Esta conclusión surge de la décima edición del informe New Energy Consumer, elaborado por Accenture.
En efecto, el 60% de los consumidores se volvió más consciente del cambio climático y de su impacto ambiental a partir de la pandemia y más de la mitad de ellos estaría más dispuesto a invertir en eficiencia energética hoy que antes de que el Covid-19 acaparara la atención.
El crecimiento de la demanda se ralentiza: el aumento de la electrificación del transporte y la calefacción se compensa con la adopción de medidas de eficiencia energética adoptadas por los propios consumidores y con recursos distribuidos a pequeña escala como la energía solar, las bombas de calor inteligentes y el almacenamiento de baterías. La adopción de energías renovables también se acelera.
Mientras tanto, las empresas asumen compromisos climáticos y presionan sobre las utilities para que “limpien” su propuesta de energía, los gobiernos generan nuevas regulaciones de manera continua en el mismo sentido y el sistema financiero incrementa sus inversiones en negocios sustentables.
Los múltiples indicadores señalan todos en la misma dirección: las empresas del sector necesitan acelerar la transición para capturar este nuevo universo de consumidores responsables que, además, exigen transparencia, confianza, sencillez y asequibilidad.
El camino es capitalizar y desarrollar las fortalezas existentes y, en simultáneo, reforzar las carencias históricas, incluso las de índole cultural.
La transformación digital se presenta como una aliada fundamental en este proceso, ya que habilita desde la reinvención de la marca a partir del marketing digital hasta operaciones impulsadas por la inteligencia artificial y desde cadenas de suministro optimizadas con entregas perfectas hasta nuevos modelos de consumo adaptados a las necesidades de cada cliente.
No es tan solo una cuestión de negocios: la provisión de energía limpia es también lo que garantiza un futuro habitable para el planeta.
Entre las oportunidades a explotar se cuentan servicios de gestión de la eficiencia energética (programas de modernización, mantenimiento o control de códigos de construcción), generación y almacenamiento por parte de consumidores (recomendación, instalación y alquiler de equipos), eMobility (abastecimiento para vehículos eléctricos y carga en cualquier parte), demanda flexible (tarifas según tiempo de uso) o modelos de alquiler para activos con altos costos iniciales.
Pasar de las materias primas (electricidad y gas) a los productos y servicios de energía conectada crea una oportunidad única para renovar y reconvertirse desde una utility tradicional a un proveedor innovador de servicios de energía.
No se trata solo de implementar nuevas tecnologías, sino de adoptar una mentalidad digital y colaborativa: el éxito real de todas las iniciativas “verdes” estará dado por los esfuerzos conjuntos del ecosistema.
El futuro se aceleró como consecuencia de la pandemia. Es hora de ponerle energía.
Fuente: Ámbito