La importancia de la industria nacional para el desarrollo de nuestro país en todas sus dimensiones, es análoga a la importancia del autoabastecimiento nacional de energía y su cadena de valor, que industrializa, y además a su vez es usada por esa industria nacional. La soberanía energética aporta a la industria, a la producción, a las exportaciones competitivas, y la industria aporta al desarrollo, el empleo, la inclusión y en definitiva al bienestar social. Todos los países desarrollados del mundo tienen planes de crecimiento industrial, asociados a la industria 4.0 y a la mayor productividad. La industria sigue siendo clave en todo el planeta. Como un efecto dominó impactan en la economía y en la vida cotidiana de todas y todos los habitantes de nuestro país. Uno de los objetivos más importantes que se busca es el bienestar de toda la población otorgando derechos en todo su abanico. Para ello el rol del Estado es central.
La multidimensionalidad de la energía permite un aporte muy amplio en los distintos ámbitos.
En la actualidad el sistema energético argentino enfrenta al menos 3 desafíos:
1) La alta dependencia hacia los combustibles fósiles. La matriz energética argentina es mayoritariamente gasífera. De acuerdo con Kozulj (2015) “se puede asegurar que la matriz energética argentina presenta como rasgo estructural una alta concentración en los hidrocarburos en sus fuentes de energía primaria”, en efecto, en 2018, “el 87,8% de la oferta total de energía primaria proviene de los combustibles fósiles, correspondiendo un 57,8% al gas natural, un 28% al petróleo y 2% al carbón mineral (el 12,2% restante proviene de energía hidráulica, nuclear, y otros recursos renovables)”, según el Balance Energético de 2018.
2) El déficit energético. La argentina es importador neto de gas natural. Más allá de tener un impacto en términos de soberanía, es un problema con impacto en la macroeconomía. El déficit afecta a la balanza comercial negativamente, en definitiva, se necesitan dólares para pagar las importaciones de gas. En un contexto donde las divisas escasean (restricción externa) el problema se agrava.
3) La necesidad de disminuir las emisiones de gases de efectos invernadero. En función del sobrecalentamiento global, se puede ver una tendencia de cambio hacia métodos de producción de energías renovables a nivel mundial.
En el gráfico se puede ver el bajo porcentaje de la energía renovables presente en nuestra producción.
La transición energética hacia energías renovables
Las energías renovables podrían contribuir en el mediano plazo a superar los tres desafíos planteados, incluso desarrollar una industria con futuro en términos de proyección innovativa y definitivamente creadora de puestos de trabajo de calidad. Esto no quiere decir que mientras tanto no haya que profundizar, desarrollar, valorizar y perfeccionar la productividad de las extracciones (up y downstream) convencionales y no convencionales. La transición energética debe ser encarada desde el pragmatismo vinculado a las necesidades del desarrollo argentino.
No obstante, el camino no es fácil. En primer lugar, para que las energías renovables alcancen un nivel importante en el porcentaje de generación energética se requiere una política pública consistente que se extienda en el tiempo, una política de Estado. Por otro lado, en la actualidad, la incorporación de energías renovables lejos de alivianar la necesidad de divisas, las incrementa debido a que buena parte de los materiales requeridos para su generación son importados.
El cambio en el sector energético apuntando paulatinamente hacía energías renovables implica un desarrollo tecno-económico con generación de trabajo y dominio local de las tecnologías necesarias, para evitar ser consumidores de soluciones importadas.
El recurso energético por sí solo no alcanza. Para tener soberanía energética es necesario poder destinar el financiamiento necesario para la inversión en el desarrollo, sostenimiento y dominio de tecnologías para la generación de dichas energías. En este punto el rol del estado marcando el camino, regulando, explicando, promoviendo, interviniendo cuando sea necesario es crucial.
El modelo de país que propone esta manera de crecer entiende que es un círculo virtuoso ya que implica mayor tasa de empleo, mayor ingreso per cápita, reducción de la tasa de pobreza, mayor recaudación para el estado, entendiendo al sector energético como un factor multiplicador de ese crecimiento. La convivencia entre las fuentes actuales y la promoción de fuentes limpias, asume como el principal desafío, en este país que no tiene tiempo para darse ningún lujo. Adicionalmente, si el Estado es un actor principal en la definición de la política energética entonces ese círculo virtuoso se transforma en una espiral de crecimiento.
Ya contamos con herramientas vigentes e importantes a tener en cuenta, y su mención emerge como clivaje en este camino:
Leyes 26190 y 27191. Régimen de Fomento Nacional para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica. Estas leyes de transición energética brindan el marco de la transición y ordena las normas del sector con una mirada común y clara de participación federal.
En ellas destacan los siguientes puntos:
Artículo 8:
Metas que deben conseguir los grandes usuarios para llegar a generar o comprar el 8% de las energías que consumen en energía renovable. El porcentaje es en función de la matriz energética. En el siguiente gráfico se ven las metas establecidas por el artículo 8.
En términos de beneficios para promover este camino mencionado se destacan los siguientes:
Devolución anticipada de IVA Amortización acelerada a las ganancias Exención del impuesto a las ganancias mínimas presuntas hasta el octavo ejercicio desde la puesta en marcha del proyecto. Exención del 10% de impuesto a la distribución de dividendos Certificado fiscal de 20% de inversión en componente nacional para ser aplicado al pago de impuestos nacionales. Exención de derechos de importación Líneas de crédito BNA (FODER) Acceso a FODER - Fondo Fiduciario para el Desarrollo de Energías Renovables Tenemos ingresos medios, capacidades tecnológicas y recursos energéticos. Hace falta definir la directriz de orden en el proceso de la transición energética, si será subordinada a terceros países o en función de nuestras necesidades e idiosincrasia. El dominio de las tecnologías clave permite los grados de libertad necesarios para el sostenimiento del desarrollo, la producción con mayor empleo, la reproducción social y su bienestar.
Es importante unir lo que el neoliberalismo desarticuló, la comunión de intereses energéticos a largo plazo entre las provincias y la nación expresados en políticas públicas de industria, innovación, ciencia y tecnología. El desafío lo tiene la política ya que el mercado no resuelve eso, más bien lo contrario respondiendo a óptimos de reglas vigentes, reglas que provienen de un statu quo, y que la política debe replantear.
El desafío de la Transición Energética y la CABA
Es un paso importante que haya adherido a la ley nacional en 2019. Esto abre las puertas en materia de marco normativo para operativizar la transición. Como no todas las energías renovables se aprovechan de la misma manera en todo el territorio podemos advertir que en CABA puede aprovecharse la energía generada por paneles solares.
Es importante estudiar y entender las zonas en las que puede aprovecharse esta energía ya que, en el caso de construcciones de muchos pisos con una superficie acotada de captación de luz, no sería rentable. De ahí apuntar a consumidores domiciliarios y pymes con galpones donde la superficie del techo permite un mayor despliegue.
La promoción real de la generación distribuida puede ser la respuesta de la Ciudad de Buenos Aires para aportar a la transición energética hacía energías renovables. El distrito más rico de la Argentina es el que debiera ponerse al frente de políticas que pueden reconvertir a las ciudades de meras consumidoras a productoras de energía.
Fuente: El País