¿Qué está pasando?
Vamos por partes: primero el corto plazo y después el Plan de Masificación del gas natural de Camisea, que sustituye al GLP. Ha subido el precio internacional Mont Belvieu de EEUU, que rige en Perú. ¿Por qué? Porque es invierno en EEUU. Pero no solo. Cada vez mayores cantidades de GLP de EEUU se exportan a China y Corea -también es invierno- pero que, además, tienen grandes proyectos que aumentarían su demanda de manera permanente (1). Hay un cambio estructural: los precios del GLP van al alza.
Siguiendo al Mont Belvieu, el consorcio Camisea (CC) -principal productor de GLP- también los sube, así como los importadores de GLP, que ahora abastecen el 20% del consumo. A tener en cuenta: bajo las reglas actuales el precio aumentaría de todas maneras, aún si el CC fuera el único abastecedor interno, como lo fue hasta hace unos años. Más aún si hay 3 empresas que controlan el mercado: SolGas, Lima Gas y Zeta Gas.
Hasta el año pasado, el GLP envasado (los balones) formaba parte el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles, lo que impedía su alza por encima de un precio determinado. Cuando los precios van a la baja, entonces los comercializadores recuperan sus ingresos: se les compensa. Pero en abril el gobierno sacó al GLP del fondo.
La razón real: quieren el “libre mercado”. La razón esgrimida: que los vendedores de GLP a granel (para uso comercial o industrial), que no estaban en el Fondo, se coludieron con algunos envasadores de GLP (en balones): les compraban el GLP “estabilizado” por el Fondo (más barato) y lo vendían a precios más caros a sus clientes. Contrabando interno.
Hoy, justos pagan por pecadores (los malos envasadores y los contrabandistas de gas a granel). Si bien el gobierno otorga un vale de 16 soles por balón de GLP a 1.7 millones de familias pobres, el alza actual ha rebasado todos los límites. Más cuando se han pedido millones de empleos e ingresos.
La salida de largo plazo es la masificación domiciliaria del gas de Camisea del Lote 88, que tiene precio regulado: es la mitad de barato que el GLP y no se rige por el “libre mercado”. Chau dependencia de los “precios libres”. Pero, salvo en Lima, donde hay grandes industrias y centrales eléctricas, la masificación ha fracasado.
Desde el 2006 Proinversión no puede masificar el gas en la Sierra Central. Y desde el 2015 tampoco en Arequipa, Moquegua y Tacna porque los precios del gas son el doble que en Lima, y más caros que el GLP. Por eso la concesionaria española Naturgy se ha ido al arbitraje internacional contra Perú en el CIADI. ¿Se imaginan que la gasolina cueste 10 soles/galón en Lima y 20 soles en Arequipa?
La razón del fracaso es la masificación “a puchos” con las APP que, claro, quieren el retorno de su inversión. Eso no se puede pues la masificación, en ciudades y pueblos de la sierra, tiene rentabilidad social, no económica. Eso no lo entiende el “chip” neoliberal del gobierno. La masificación necesita una administración central y una red nacional de gasoductos como en Argentina, Bolivia y Colombia. Y una tarifa “estampilla” en el transporte, para que cueste lo mismo en todo el Perú.
Debemos ir, ya, a una nueva licitación del gasoducto sur peruano, independiente de la continuación de los procesos judiciales contra la corrupción. Ese es el camino para la energía barata, que recorta las desigualdades existentes. Sigamos el ejemplo de Bolivia y Colombia.
Para terminar, en el corto plazo, todo el GLP (envasado y también a granel, para evitar el contrabando) debe volver al Fondo que, repetimos, no es un subsidio. Eso hará que los precios bajen de inmediato. No queremos que el “libre mercado” siga atentando contra millones de peruanos.
Fuente: Noticias por el Mundo