¿Cuál es el actual rol del hidrógeno en Argentina?
Existe un uso industrial importante que demanda algo más de 300.000 toneladas anuales. Los sectores de mayor uso son el petroquímico, para procesos en refinerías; y la industria química, para producción de amoníaco y fertilizantes para la agricultura.
También está presente en la producción de metanol y en diversas industrias que van desde alimentos, siderurgia o electrónica.
Todo ese hidrógeno proviene mayormente del reformado del gas natural, es lo que comúnmente llamamos hidrógeno “gris”, para diferenciarlo del hidrógeno “verde”, obtenido a partir de la electrólisis del agua mediante energía eléctrica renovable.
Estos usos nos dan una idea de la gran expectativa que genera el hidrógeno “verde”, ya que no sólo será posible disponer de un vector energético muy flexible, sino también un insumo industrial “verde” que permitirá descarbonizar o reemplazar insumos fósiles en la industria química o en la siderurgia.
Es notable el auge que ha tomado el hidrógeno en los años recientes, ¿a qué obedece esta tendencia?
Es un impulso poderoso que no se ha puesto en duda ni siquiera en la actual crisis económica global. Este crecimiento que tomó el hidrógeno obedece, entre otras cosas, a la extraordinaria baja de costos en la generación renovable, puesto que un componente sustancial del costo está dado por la energía eléctrica necesaria para producirlo.
En los últimos cinco años maduró la certeza de una reducción a cero de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050. Y sólo es factible pensar en ello si incluimos al hidrógeno en la ecuación energética.
¿Cómo influye el contexto actual del país y de Latinoamérica en el sector?
Existen realidades dispares. Hay un grupo de países en la región que consolidaron un desarrollo de las renovables con crecimiento sostenido y gozan de un alto consenso político, sin incertidumbres regulatorias, caso Chile o Uruguay.
Por otro lado, Argentina tuvo una dinámica poco atractiva para el desarrollo de las renovables en los últimos 20 años, excepto el período de impulso del programa Renovar, que ahora está discontinuado.
El país tiene activos importantes: recursos naturales abundantes, posibilidades de generación renovable a escala y una industria asociada a la economía del hidrógeno que está capacitada para lanzarse al ruedo. Pero tenemos un contexto económico que debe despejarse para poder desarrollar ese potencial.
¿Cómo está contemplado el rol del hidrógeno en las leyes sobre energías renovables?
Lo más importante es actualizar la Ley 26.123, que es del 2006. Ésta quedó desactualizada y nunca fue debidamente puesta en práctica. En ese marco normativo deben trazarse algunos lineamientos básicos para encuadrar el desarrollo del hidrógeno.
Por otra parte, la Ley de Movilidad Eléctrica debe contemplar la tecnología de celdas de combustible de hidrógeno.
Además, la Ley 27.191 debe cumplir sus objetivos al año 2025 alcanzando el 20% de generación de energías limpias y diseñar cuál será el régimen y los objetivos de desarrollo renovable para 2030.
Para poder hablar de hidrógeno tenemos que tener electricidad verde y barata, y eso se logra con un mercado renovable muy competitivo y maduro. Argentina no puede continuar con esporádicos impulsos favorables y repentinos frenos.
¿Qué iniciativas hubo hasta el momento?
Un desarrollo inicial con la primera planta experimental en Pico Truncado a comienzos de los 90, con el trabajo de un grupo de profesionales que impulsaron esta agenda, mayormente nucleados en la Asociación Argentina del Hidrógeno. Son quienes promovieron en gran medida la Ley 26.123.
En el ámbito privado hubo algunas iniciativas, la más importante, la de Hychico, en Chubut, cerca de Comodoro Rivadavia. Allí se produce hidrógeno con un electrolizador asociado a un conjunto de turbinas eólicas y se utiliza la producción y se ensaya almacenamiento.
También la aparición de Y-TEC, sociedad YPF y CONICET, es muy relevante. Ellos convocaron a un consorcio de empresas interesadas en el desarrollo del hidrógeno.
Hace unos meses se conoció la iniciativa de la empresa Buquebus de avanzar en el terreno, algo interesante porque estamos hablando de un usuario que demandará hidrógeno en unos años.
¿Cómo avanza el proyecto con Buquebus?
La empresa mostró ser innovadora y su objetivo es estar actualizada en relación a la evolución de la industria naval internacional. La incorporación del gas natural para motores de embarcaciones y de energía solar en sus instalaciones son pasos iniciales en su proceso de descarbonización.
Ahora quieren analizar su próximo avance de la mano del hidrógeno que se vislumbra como la próxima tecnología en el transporte naval.
Buquebus y la empresa TCI están en fase de estudio de las posibilidades para integrar el hidrógeno, ya sea a través del “blending” con el gas natural en motores ya existentes, como en la propulsión por celdas de combustible o pilas de hidrógeno en embarcaciones que están proyectadas adquirir o modernizar. Lo mismo en sus operaciones auxiliares en tierra y logística portuaria.
Fuente: Más Energías