o de la política sobre un área donde debería primar el conocimiento específico del negocio petrolero, se refuerza la tentación de establecer paralelismos con Venezuela, y sobre todo con lo que fue la historia de la petrolera estatal venezolana, PDVSA.
Si bien podría haber algún punto de contacto -prevalencia del Estado y de la política en la toma de decisiones, una historia de decadencia bastante marcada- las dimensiones de lo que fue la destrucción de la petrolera venezolana durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro son incomparables con lo que ocurrió en YPF.
Asentada sobre un territorio donde se encuentran, en teoría, las mayores reservas petroleras del mundo, PDVSA resultó, tal vez inevitablemente -hay que decirlo- la “caja” de Venezuela, dado que, con variaciones, se calcula que el 90% de los ingresos de divisas a ese país, antes y durante del chavismo, dependieron de PDVSA. Es muy inocente suponer que la política no influiría sobre PDVSA, pero las fuentes consultadas por Clarín para este articulo coinciden en que desde su creación -1 de enero de 1976- PDVSA fue poco menos que “un Estado dentro del Estado”.
La creación de PDVSA derivó de la nacionalización del petróleo, durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez.
Lo que caracterizó a PDVSA desde su inicio fue que el poder político de turno respetó cierta idea de “meritocracia” y puso el control de la compañía en manos de conocedores del negocio petrolero. Muchos de ellos venían trabajando para empresas extranjeras hasta el día de la nacionalización.
Desde entonces, PDVSA inició un fuerte proceso de expansión y también de internacionalización, asentada en sus ingresos gigantescos y en el hecho de que el país informaba que tenía reservas certificadas por el equivalente a 300.000 millones de barriles de petróleo.
La información de PDVSA dice que se ubicó a fines del siglo XX como una de las tres empresas más importantes del mundo en capacidad de refino, llegando a procesar más de tres millones de barriles diarios de petróleo, gracias a que administraba 24 refinerías en todo el mundo, 18 de ellas en el exterior y 6 en el país.
El gigantesco tamaño de PDVSA, sus reservas y sus ingresos disimulaban -cuando el precio internacional de petróleo lo permitían- serias ineficiencias, como le contaron a Clarín ingenieros argentinos que estuvieron en Venezuela operando pozos para Perez Companc, cuando la compañía incursionó en ese país a partir de las licitaciones de explotación que se hicieron en los años 90 (ver página 5) Naturalmente, la empresa sufre un quiebre con la llegada de Hugo Chávez al poder, en febrero de 1999, tras haber ganado la elección presidencial, siete años después de haber encabezado el fallido golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez. Un segundo quiebre se da tras la huelga petrolera de 2002 (que se pareció bastante a un golpe de Estado) tras lo cual el Chavez que logró sobreponerse a su caída, decidió descabezar a PDVSA: echó a toda su capa gerencial. Suponiendo una pirámide, barrió desde el extremo superior hacia abajo a 18.000 cuadros técnicos, el 40% de su dotación. En otras palabras: expulsó de PDVSA a la “materia gris” que la conducía.
“Las razones del deterioro de PDVSA son varias, y para resumirlo se dice que hay dos historias con visiones extremas, según quien la cuente” dice el economista Franciso Rodríguez, catedrático visitante en el Kellogg Institute for International Studies de la universidad de Notre Dame (Indiana, EE.UU.) y creador de Oil For Venezuela, que procura un “Acuerdo Petrolero Humanitario para Venezuela” “Hay una ‘leyenda negra’ que dice que el chavismo destruyó a PDVSA, que supone que era eficiente hasta 1999. Y por otro lado está lo que podríamos llamar la ‘leyenda roja’, la que cuenta el chavismo, que dice que fue una empresa bien manejada durante este siglo, que fue reorientada a redistribuir la riqueza y que fue destruida por las sanciones económicas que impuso Estados Unidos desde 2016”.
Rodriguez hace su resumen: “Yo creo que ambos tienen un componente de verdad. Pero definitivamente a PDVSA le fue mucho peor con el chavismo, aún antes de que la golpearan las sanciones de Estados Unidos.” “Hay varias etapas. Con la toma del poder por parte de Chavez se produce la politización total de PDVSA. Gran parte de los conflictos se dan al inicio de la gestión Chávez, por el intento de golpe y el paro petrolero. Chávez estaba tratando de tomar el control de una compañía que hasta entonces se podía considerar más o menos independiente. El principal argumento de Chávez era que la renta petrolera no se distribuía adecuadamente. Hay que entender que por aquellos años la situación socio económica de Venezuela era muy mala, aunque quedó demostrado con los años que siempre se puede estar peor”, resume Rodríguez.
Durane la presidencia de Nicolás Maduro se agudizó la crisis de la PDVSA Durane la presidencia de Nicolás Maduro se agudizó la crisis de la PDVSA
El archivo dice que el descabezamiento fue la consecuencia de que los técnicos de PDVSA rechazaron la ruptura de la “meritocracia” o la “tecnocracia” Chávez trató de meter su gente y desplazó a grupos de técnicos más competentes. La consecuencia fue una caída en la productividad y un recrudecimiento del conflicto político. Bien podría decirse que la grieta venezolana nació o al menos se agudizó con el paro petrolero de 2002. La ruptura se inició cuando Chávez nombra al economista de ideas marxistas Gastón Parra Luzardo al frente de PDVSA, quien luego fue designado presidente del Banco Central de Venezuela.
La idea de Chávez era que no se podía tener una empresa rica con una población pobre. Y poco menos que transformó a PDVSA en un ministerio de desarrollo social. La plata de PDVSA se destina a redistribución: financiaba obra pública, planes sociales y gran cantidad de proyectos ajenos a la actividad petrolera. En resumen: la caja de PDVSA era la gran proveedora de fondos para financiar el gasto público.
Sigue Rodríguez: “Al final PDVSA tenía que pagar impuestos y además, como único accionista, el Estado le extraía fondos como pago de dividendos. Lo que ocurría fue que para mantener ciertos niveles de inversión la empresa se endeudaba en lugar de cubrir inversión con ingresos corrientes.” A todo esto, por lo que podría llamarse “usos y costumbres establecidos” el combustible prácticamente se regaló durante décadas en Venezuela. Todo para cuidar, parafraseando a cierta dirigencia argentina, “la mesa de los venezolanos”. El precio permaneció casi quieto durante más de 15 años, a pesar de que Venezuela acumulaba una inflación anual de dos dígitos, hasta antes de la hiperinflación.
El tema puntual del precio del combustible se quebró recientemente: hoy en Venezuela funcionan los surtidores “blue”, donde se paga la nafta al precio que fija el mercado, y los surtidores oficiales, donde se vende nafta subsidiada. El lector podrá imaginarse dónde se consigue nafta y dónde no.
PDVSA, pese a todo, siguió en pie gracias a la disparada de los precios del petróleo que se inició poco después de la llegada de Chávez al poder. En 1999 el barril de petróleo venezolano rondaba los 10 dólares, y tocó los 110 dólares en 2012. Muy parecido al proceso que se vio en Argentina con la soja. El rally de los commodities como sostén financiero y político de los gobiernos.
En 2006, Chavez avanzó sobre las empresas privadas. En los nuevos contratos los privados debían asociarse con PDVSA, que tenía el 51% de los proyectos. Algunos, como Exxon y Conocco rechazaron la oferta, se fueron, iniciaron juicio en el CIADI y lo ganaron. Otros, dado que el precio del crudo era atractivo, lo aceptaron (la italiana ENI, la española Repsol, incluso Chevron, con condiciones especiales) Los precios eran altos y algunos se quedaron. Luego aparecieron las petroleras rusas y chinas.
La caída del precio del petróleo que se da desde 2012 complicó la situación de PDVSA, que sufre un golpe de gracia con las primeras sanciones económicas que impone el gobierno de Estados Unidos al gobierno de Nicolás Maduro. Son sanciones financieras que impidieron a PDVSA adquirir endeudamiento y renegociar su deuda.
Francisco Monaldi, también economista, también venezolano, director del Latin America Energy Program, asentado en Houston, señala: “La deuda de PDVSA pasó de 3.000 a 45.000 millones de dólares. Buena parte de ese endeudamiento se dio, por supuesto, por las garantías que supone el petróleo, y también porque tenía activos en Estados Unidos (CITGO) que le daban credibilidad a ojos de los mercados financieros".
“PDVSA se endeudaba a pesar de los fuertes ingresos que tenía porque la convirtieron en un ministerio de acción social. Tenía un flujo de caja muy grande, pero pagaba impuestos, regalías, dividendos y cada vez más gastos de orientación social, allí nacen las famosas “misiones” . PDVSA llegó a tener un balance de sus operaciones y otro, paralelo, con los gastos sociales. Ese dinero se convirtió también en un importante instrumento de política exterior, ya que se mandaba dinero negro a otros países. Con eso se descuidó la inversión, algo que no se notó mientras los precios eran altos".
Monaldi también menciona el daño que le provocó a PDVSA el control de cambios: “La empresa ingresaba las divisas de exportaciones por el mercado oficial, donde el dólar valía infinitamente menos que en el paralelo” recuerda Monaldi.
Carlos Mendoza Potella, economista venezolano también experto en petróleo, tiene una mirada crítica con Venezuela pero no por las mismas razones que sus colegas citados en este artículo. Ex asesor del Banco Central de Venezolano y catedrático en el área de la cancillería de ese país, Potella reivindica la política de renta petrolera orientada al gasto social. “Es impensable suponer que la renta petrolera no se puede volcar a la sociedad, en definitiva la dueña de la empresa” sostiene.
“PDVSA tiene una gran capacidad instalada pero empezó a perder rentabilidad. Con Chávez PDVSA creció hasta 2005, pese al paro de 2002, que fue impulsado por gerentes de mentalidad transnacional. Luego de eso se cometió el error de impulsar políticas que no tenían asidero. Y a eso se sumó la corrupción y los gigantescos proyectos devenidos en grandes negociados. PDVSA se embarcó en gastos faraónicos que superaban, en mucho, lo que destinaba al llamado gasto social Esta breve descripción del derrumbe del gigante petrolero se resume en unos pocos datos. La cantidad de pozos petroleros activos cayó de 3.500 a menos de poco más de 100 en la actualidad La producción se desplomó de 3,5 millones de barriles diarios a cerca de 300.000.
Injerencia de la política, precios subsidiados, corrupción, controles de cambio, hiperendeudamiento, problemas de refinanciación de deuda. Todos factores que suenan conocidos, hoy, aquí, donde resuenan los problemas y los cambios que enfrenta YPF.
Fuente: Clarín