Cuando Jorge Lapeña se sienta a analizar la política energética de la Argentina suele disparar una frase que se ha vuelto ya un sello propio: “El diablo está en los detalles”. Quiere decir, en medio del apasionamiento de sus sentencias, de sus definiciones cortantes como un acero, que éste es un país de generalidades y trazos gruesos, pero que no termina por definir nada, nunca. Podría decirse también, en el caso de Lapeña, y abusando de las expresiones mefistofélicas, que el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo.
Ex secretario de Energía de la Nación, otrora presidente de YPF y actual titular del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, el ingeniero Lapeña tiene una visión del sector energético que, en buena medida, está marcada además por la experiencia. Una mirada crítica en tiempos de emergencia. Fortuna: ¿Qué rumbo lleva la política energética del Gobierno? Lapeña: Tiene un gran desorden impuesto entre otras cosas por la cuarentena anormal, algo que ha tenido influencia en la producción del sector.
No es lo mismo la producción energética previa a la pandemia, por ejemplo, en septiembre de 2019, que en septiembre de este año. Está afectada la demanda, tanto de electricidad, gas y derivados del petróleo, como consecuencia de la menor actividad económica.
Esto pone a todas las cadenas de valor en una situación complicada. Tendrá un final en algún momento y también tendrá secuelas. Pero las medidas no forman parte de un plan. Fortuna: ¿Las primeras señales de un plan las dio el Gobierno al anunciar que habrá una actualización de tarifas el año próximo? Lapeña: Se comprueba que el Gobierno entró sin un plan para el área energética. Podemos contabilizar que se declaró la emergencia energética en el marco de una ley ómnibus, pero sin precisiones claras.
Creo que más que nada se trató de una especie de venganza política consecuencia de la grieta. De esa emergencia surgieron la intervención a los entes reguladores, el congelamiento tarifario y las sospechas de que la anterior administración había cometido errores a propósito, entre otras cosas.
Transcurrido un año se ve que todo esto no tenía sustento, no tenían tampoco una plataforma energética. El 10 de diciembre el presidente hizo un discurso cuando asumió y apenas nombró la palabra energía.
No era un problema para él en ese momento. Prometió luego una ley de hidrocarburos y no la mandó al Congreso. La realidad es que en los entes reguladores los interventores no cumplieron con el objetivo, es decir verificar si las tarifas eran correctas o no. Fortuna: Pero pese a no cumplir ese objetivo, igual serán aumentadas. Lapeña: Con una inflación anual del 40%, si no las descongelan llevan a las empresas prestadoras a la quiebra.
Pensar que se puede llevar esto a la quiebra, un sistema productor de servicios esenciales, es como pegarse un tiro en el pie. El Gobierno las auxilia con subsidios exorbitantes y crecientes que son financiados con emisión monetaria, que termina produciendo más inflación.
El Gobierno está atrapado y sin salida en este tema. El Estado parece estar vaciado de funcionarios calificados para seguir manejando la energía. Fortuna: ¿Qué opina acerca de que el incremento en las tarifas se ejecute segmentado por ingresos? Lapeña: Ellos saben que están administrando un país con 50% de pobreza, un record histórico en la Argentina. La Argentina del siglo XX tenía 5% de pobreza y poca desocupación, ahora hay mucha desocupación y trabajo en negro.
El incremento tarifario en dólares convertidos en pesos al tipo de cambio es muy peligroso. Hay una parte de la sociedad que no los puede pagar porque es pobre, y hay otros que no lo son, pero están cerca. Si una familia tipo necesita $ 50.000 por mes para no ser pobre, no puede pagar la energía. ¿Sobre qué porción de la población van a aumentar? Dicen que sobre los que pueden pagar. Sacaron de la galera que van a ponerlos en función del ingreso de las personas.
Eso será muy difícil para implementar desde Edesur, Edenor y las cooperativas. En muchas cosas están tocando la guitarra. El aumento será en marzo o abril, después de resolver el tema del FMI. Después de convencerlos. Fortuna: Las empresas eléctricas han presentado balances en rojo. ¿Pueden a empezar a sentirse las consecuencias en el servicio? Lapeña: Las empresas están en un callejón y si no son ayudadas por el incremento o los subsidios, van a la quiebra.
Las distribuidoras eléctricas como Edesur y Edenor prestan un servicio, pero tienen que comprar la electricidad a los generadores, y no les pagan. Compran energía eléctrica, la venden, pero no pueden pagarle al proveedor. Para que no ocurra la quiebra el Estado está transfi- riendo subsidios extraordinarios a Cammesa para que le pague a las generadoras y que no corten el servicio a las distribuidoras.
Esto es con subsidios crecientes y exorbitantes, cada vez mayores, pero que no tienen un respaldo financiero. Vienen de la emisión monetaria. La situación es muy precaria. Las distribuidoras de gas distribuyen, pero no le pueden pagar a las productoras gasíferas. Ahí hay otro problema.
Esto habla de una Argentina en descomposición que el gobierno no atina a reposicionar. Fortuna: Desde el Instituto han cuestionado el Plan Gas 4. ¿Cuál es el principal problema? Lapeña: Nosotros decimos que hablan de un plan Gas 4 pero cuando lo queremos mirar no está definido.
Es apenas un plan de promoción. No sabemos quién va a invertir, cuántos pozos se van a perforar, qué producción se va a lograr. Esto no es un plan. El gobierno asusta diciendo que si 16 Fortuna no se hace esto las importaciones de gas van a ser exorbitantes, y esto no responde a ningún cálculo. Se dice que el año que viene la producción de gas va a bajar si no se hace esto, pero no está fundamentado. De hecho, algunas productoras están aumentado la producción.
Fortuna: ¿Es verdad que Vaca Muerta se queda afuera del plan? Lapeña: Vaca Muerta es un yacimiento que no ha probado poder funcionar con los precios del mercado internacional. Es un consumidor de subsidios. Está bien que durante algún tiempo los tenga para financiar un aprendizaje de las empresas, captar tecnología, pero se ha transformado en un peso muerto sobre el Tesoro. Sobre todo, en gas, no en petróleo. Debería tener otro enfoque, incrementar la producción petrolera y colocarla en el mercado internacional a precios vigentes. Tendríamos el ingreso de dólares que a la Argentina le falta.
Si no se hace, y se pone el esfuerzo en el gas, se está cometiendo un error técnico importante. Fortuna: Cuando se habla del gas de Vaca Muerta, el principal obstáculo es la construcción del gasoducto para llevar el fluido a algún puerto y exportarlo. Queda claro que el Estado no realizará esa inversión, ¿cómo se hace para tentar al sector privado? Lapeña: Nadie quiere invertir hoy en la Argentina.
No hay una corriente de inversores deseosa de invertir en la Argentina porque no es creíble. No es un buen lugar para venir a enterrar mil millones de dólares en un gasoducto y recobrarlos con la explotación en 30 años. Cambian las reglas de juego, hay inflación, el que entra dólares no sabe si los va a poder sacar.
No somos un destino para inversión, al contrario, los argentinos quieren sacar los dólares de acá para llevárselos. No hay magia. Nadie invertirá en un gasoducto hacia Bahía Blanca. Con estos costos el gas no podría ser comercializado en el mundo porque se pagan precios inferiores. Ese proyecto no cierra. Pero el Gobierno en lugar de clarificar, está enamorado de Vaca Muerta.
Es una Argentina energéticamente equivocada. Fortuna: ¿Debería ser otro el rol de YPF? Lapeña: Fui presidente de YPF y tengo una sensación horrible. Está en una pendiente negativa con problemas financieros extraordinarios que le impiden funcionar. El 25% del impuesto a la riqueza, para resolver cuestiones de pobreza, va a ir a la empresa YPF. Quiere decir que necesita 1.000 millones de dólares que le den los ricos de la Argentina para que funcione. Pero YPF es cincuenta y cincuenta del Estado y de inversores privados extranjeros. Es ilógico el espectáculo que da YPF.
Acá hay un problema muy serio. Fortuna: Los desaciertos parecen venir de lejos. Ustedes remarcan que el actual es el séptimo plan de hidrocarburos en 8 años. Lapeña: Ninguno ha podido resolver el problema y todos han consumido recursos públicos que Argentina necesitaría para hospitales, escuelas y para tener menos pobres.
Ocho planes de gas que no sirven para nada. Creen que van a resolver con éste lo que no resolvieron los siete planes anteriores. Tenemos una dirigencia política equivocada y un gobierno muy ineficiente.
Fortuna: ¿Cuál es su proyección a futuro? LAPEÑA: Estamos ante problemas serios, estructurales, que no vemos que tengan un principio de solución. Volviendo al impuesto a la riqueza, le dan mil millones a YPF y no le dicen para qué se los van a dar. No hay forma de ejercer el control social y político de ese gasto. Se pueden gastar esa plata y estar igual que el año pasado.
EXPERIENCIA. Tras haber ocupado los cargos públicos más altos en el sector, Lapeña preside el Instituto Argentino de la Energía General Mosconi.
DESORDEN. Lapeña señala que al gobierno le falta un plan también en el sector energético y que YPF tiene problemas muy serios. Agrega que las energéticas están en una situación dramática y que dependen de cuantiosos subsidios o de aumentos que muchos argentinos no podrán pagar.
DEFINICIÓN. Para Jorge Lapeña, la Argentina se ha convertido en “un país energéticamente equivocado” debido a la falta de un rumbo definido y acorde con los intereses nacionales.
Fuente: Agencias