El capital destinado en Estados Unidos a la industria petrolera baja, y los proyectos remanentes apuntan a un sector en el que Pemex carece de planes relevantes: el gas natural.
El aviso vino del presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas, Robert Kaplan y Dean Foreman, del American Petroleum Institute, puso los números sobre la mesa:
En el tercer trimestre de 2020 esos gastos de capital (Capex) suman menos de 50 mil millones de dólares, unos 20 mil millones menos que el año pasado y muy por debajo de los días de la Gran Recesión de 2009. De hecho, a la mitad de aquel crítico nivel.
Lo que más cayó es la inversión en refinación, petroquímica y en la exploración y producción de petróleo, actividades que no han recuperado los niveles récord de 2014, cuando el mundo todavía pagó unos 100 dólares por barril de crudo.
Una razón lógica está en la sobreoferta actual de crudo y sus derivados, ahora que los automóviles permanecen más tiempo estacionados.
Fue evidenciada al inicio de la pandemia cuando la OPEP llamó a todos los países petroleros a bajar su producción y Donald Trump salió al 'auxilio' de México, ante la advertencia de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien expuso que Pemex no reduciría su parte.
Hay, empero, otra razón: la eficiencia. Las empresas internacionales que operan en Estados Unidos enfocan su actividad solamente en la perforación de pozos en las zonas más promisorias.
Con ello, la productividad de la zona texana de Eagle Ford pasó de 2 mil a 4 mil barriles diarios por pozo en promedio, expuso Foreman, quien es economista en jefe del API.
Ésa es justamente la región que en 2014 tiró los precios mundiales del crudo al conseguir niveles de eficiencia que detonaron la oferta estadounidense de petróleo por arriba de los 12 millones de barriles diarios, una cifra que ubica a esta nación por arriba de Arabia Saudita.
Pero Estados Unidos es un gigante en el que aún reducida, la inversión en actividad petrolera es enorme. El economista del API expuso que todavía está en construcción infraestructura petrolera con valor de 288 mil millones de dólares.
Ahora revisen la división de esa friolera: un 60 por ciento de todo va a almacenamiento de gas natural y a infraestructura de gas natural licuado (LNG). Los vecinos preparan el arribo del nuevo orden mundial de suministro de este insumo indispensable para producir, por ejemplo, la mitad de la electricidad que alimenta a México, o bien, la mayoría del plástico que tienen en este momento alrededor.
Imaginen que en un solo año Pemex duplicara la venta de gasolina. Eso no ocurre, pero puede ayudarles a comprender que en 12 meses contados de febrero 2019 a febrero de 2020, las empresas que operan en Estados Unidos duplicaron la exportación de LNG al mundo mediante puertos y barcos preparados para ese fin, de acuerdo con datos de su Agencia de Información Energética (EIA, en inglés).
Sólo la pandemia detuvo la tendencia a partir de marzo, pero el bache parece temporal a decir de Kathryn Miller, de la consultora BTU Analytics, basada en Lakewood, Colorado.
En el verano las ventas de gas natural vía embarcación reiniciaron su ascenso, únicamente limitadas por el ritmo de recuperación de China y Europa.
La tentación de venderlo fuera del continente es mucha. Mientras en Estados Unidos el gas natural mantiene un precio por debajo de 3 dólares por millón de BTUs, China y Holanda lo pagan en estos días por encima de 6 dólares, detallan datos de la EIA.
Viendo las decisiones que ajustan accionistas y consejeros de empresas que operan en Estados Unidos, convendría ver si acá pueden hacer un pequeño cambio que suba, digamos, la producción de gas natural que permanece estancada. Hasta ahora, en lo concerniente a inversiones, para el equipo de Pemex prácticamente no existe la pandemia.
Jonathan Ruiz Torre
Fuente: El Financiero