En los últimos meses las conversaciones sobre la revolución del hidrógeno se han convertido en acciones, con una serie de compromisos de gasto e inversiones que apuntan a un futuro en el que el hidrógeno será una fuente principal de combustible sostenible.
Según el Consejo de Hidrógeno, 18 países ya han elaborado hojas de ruta o documentos estratégicos que exponen sus intenciones al respecto.
Solo Alemania ha anunciado un plan de 7.900 millones de dólares para invertir en su economía de hidrógeno renovable, y la Unión Europea ha establecido planes ambiciosos para desarrollar la producción de hidrógeno renovable, con el objetivo de generar diez millones de toneladas de hidrógeno renovable, anualmente, en todo el territorio para 2030. El objetivo de la UE es que las tecnologías de hidrógeno renovable alcancen la madurez y se desplieguen a gran escala de 2030 a 2050, según dice el World Platinum Investment Council.
El hidrógeno, el elemento más abundante en la tierra, ya se utiliza como fuente de combustible en determinadas industrias. Como no contiene carbono, produce cero emisiones, solo agua. Sin embargo, sus credenciales como fuente de combustible verdaderamente sostenible se basan en la forma en que se produce. El hidrógeno verde está completamente libre de carbono, ya que su producción no implica el uso de combustibles fósiles.
La forma más conocida de producir hidrógeno es mediante la electrólisis del agua. Durante este proceso, se utiliza una corriente eléctrica para separar el agua en sus elementos componentes: hidrógeno y oxígeno. Cuando la corriente eléctrica se deriva de una fuente renovable, paneles fotovoltaicos solares o una turbina eólica, se conoce como hidrógeno verde.
Afirma el World Platinum Investment Council que el platino también juega un papel importante en esta forma ecológica de producir hidrógeno; se utiliza durante el proceso de electrólisis como catalizador para proporcionar el rendimiento y la durabilidad necesarios para los sistemas a escala comercial.
En la actualidad, solo una pequeña proporción, menos del uno por ciento, del hidrógeno producido es hidrógeno verde. El resto se obtiene extrayendo hidrógeno de combustibles fósiles como el metano, el gas natural o el carbón. Si el dióxido de carbono emitido en el proceso se captura y se entierra bajo tierra en un proceso conocido como captura y almacenamiento de carbono, se mitigan algunos de sus efectos ambientales nocivos. El hidrógeno producido por este método se llama hidrógeno azul. Se espera que el hidrógeno azul continúe utilizándose como un trampolín para lograr los objetivos de hidrógeno verde a más largo plazo mientras se incrementa la producción de energía renovable y se desarrolla la infraestructura.
De cara al futuro, el crecimiento potencial del hidrógeno verde en el sistema energético mundial es significativo. Su capacidad de almacenamiento de energía a largo plazo podría ayudar a descarbonizar los procesos industriales, de calefacción y de transporte. La Agencia Internacional de Energía Renovable IRENA estima que el mundo necesitará 19 exajulios de hidrógeno verde para el 2050, o entre 133 millones y 158 millones de toneladas al año, si el hidrógeno verde reemplaza el uso actual de combustibles fósiles en estos sectores.
El platino en las celdas de combustible para vehículos eléctricos de celdas de combustible ya es una fuente de demanda pequeña, pero creciente, de este metal precioso. Dado que se prevé que la economía mundial del hidrógeno valga 2,5 billones de dólares y respalde 30 millones de puestos de trabajo para 2050, el doble papel del platino en el desbloqueo del hidrógeno verde y sus usos lo sitúa en el punto óptimo, convirtiéndolo en un gran beneficiario a medida que la revolución del hidrógeno verde nos acerca. a la economía del hidrógeno.
Fuente: Río Negro