La gestión de los subsidios es clave
La pandemia del Covid expone en forma aguda los problemas estructurales crónicos que el sector energético tiene desde hace al menos 4 lustros. En el comienzo de la primavera 2020 todas las cadenas de valor de la industria energética muestran su inviabilidad y su falta de competitividad. El Informe de Tendencias del IAE Mosconi, con datos oficiales de julio de 2020 informa que los subsidios energéticos se incrementaron en 100 % en los 7 primeros meses respecto a 2019, valor muy superior a la inflación. Proyectado al año los subsidios llegarán a unos US$ 5.700 millones (aprox. 1,4 % del PBI) La demanda de subsidios energéticos no se agota en esa cifra: todavía está pendiente la aprobación del Plan Gas IV y a ello habría que adicionar el 25% del Impuesto a la Riqueza (¿por única vez?) cuyo destino sería recomponer las finanzas de YPF, lo que agregaría en conjunto otro punto de PBI como mínimo El descalabro sectorial es indisimulable y estos son sus síntomas: La situación económico financiera de YPF es sumamente delicada. El proyecto oficial de Impuesto a la Riqueza propone destinar un 25% de la recaudación del mismo a esta empresa con que pone de manifiesto la magnitud del problema. La empresa Metrogas – propiedad de YPFlíder de las distribuidoras de gas natural que opera en el AMBA dejó de pagar el gas a los productores. La compañía alega como causas del no pago la caída de la demanda, incremento de la morosidad de la clientela y el congelamiento tarifario impuesto por el Gobierno nacional; todo lo que hace inviable el funcionamiento empresario. Si esta situación se extendiera al resto de las 9 Distribuidoras, hecho probable, estaríamos frente a un gran problema social en el caso que ello derivara a interrupciones del servicio. Por idénticas causas las Distribuidoras eléctricas han dejado de pagar la electricidad que distribuyen, lo que también pone en peligro el suministro eléctrico que es esencial. Una solicitada de la Cámara de Empresas Pyme de Biocombustibles de principios de septiembre le reclama al Poder Ejecutivo regular el precio del biocombustible congelado desde diciembre de 2019, lo que en caso de no hacerse llevaría al cierre de dichas plantas. La caída de la producción de gas natural en los últimos meses fue mayor que la caída de la demanda, lo que indicaría que las productoras no están en condiciones de abastecer la baja demanda con los precios actuales, ni tampoco exportar excedentes al mercado internacional. La realidad es que la Energía se ha convertido en los últimos años en un voraz demandante de Subsidios del Tesoro Nacional; y és te no está en condiciones de satisfacer ese requerimiento creciente y los consumidores tampoco. Es probable que en ausencia de estos subsidios las empresas se servicios públicos energéticos se encaminen a la cesación de pagos y luego a la quiebra y eso debería ser evitado. Esto es la síntesis del problema y obliga a buscar soluciones distintas a la habitual del “ toma y daca”. Es interesante detenerse en esos subsidios que cada vez más son gestionados en forma corporativa, coordinada y unificada. Una organización conformada por gobernadores provinciales; sindicatos y empresas del rubro afectado presionan a un conjunto débil e inexperto de funcionarios públicos que no conocen ni auditan costos eficientes. Esa solución no es sostenible en el tiempo; y tampoco nos hará más competitivos como país. La vigencia del mecanismo corporativo de gestión de subsidios explica por qué, más allá de la grieta política que divide al país, hubo consenso entre quienes demandan subsidios y el propio Gobierno nacional de turno que los otorgó muchas veces a contramano de lo establecido en la legislación. El Estado argentino del Siglo 21 está atrapado en una lógica perversa: otorgar subsidios que al vencimiento se renuevan en forma automática con cualquier pretexto. Solucionar ese problema requiere del Gobierno nacional una respuesta gradual y sistémica que vuelva el sistema energético al equilibrio económico y financiero que asegure en forma sostenible la producción de productos y servicios públicos energéticos de calidad. Y ello implica reformas estructurales. El problema permanece irresuelto desde la salida de la convertibilidad y ahora se agudizó. El precio de transacción del gas natural en boca de pozo es el punto nodal. En este contexto es positivo el reciente traspaso de la Secretaria de Energía a la órbita del Ministerio de Economía lo cual en los hechos es reconocer que el mayor problema energético irresuelto son los subsidios y que el verdadero “Ministro de Energía” será quien asigne con pericia los mismos. La restricción es que esos subsidios deberán quedar plasmados en un Presupuesto Nacional aprobado por el Congreso; para ello debería funcionar el Parlamento y también la política.
Una historia que “vuelve a repetirse”
Emilio Apud Ex secretario de Energía y Minería Una nación que repite sus errores está destinada al fracaso, a la decadencia. De ahí la vigencia de muchas canciones, en particular tangos, y del humor político de antaño, como el del inefable Tato Bores. “El tiempo pasa y nos vamos poniendo mas pobres”, parafraseando la canción de Pablo Milanés o “la historia vuelve a repetirse”, como canta el tango Por la Vuelta, a los que la realidad invoca cada vez con mas frecuencia. La era K, iniciada en 2003 con el K1, la retoma el K4 en 2019 con renovada pulsión interventora y menosprecio por a las instituciones, no obstante ser muy distintas las condiciones de inicio de ambas. El Gobierno K1 irrumpe en un contexto ideal para el populismo: stock, infraestructura y precio excepcional de las commodities. Es decir, recursos para gastar irresponsablemente en pos de rédito político en el corto plazo. Prueba de ello fue el envión del K1, que duró cuatro años, comenzó a languidecer durante el K2 y concluyó en el K3 con un rotundo fracaso después consumirse en populismo, corrupción y capitalismo de amigos el stock inicial heredado y los dólares del viento de cola del comercio exterior La versión K4 del kirchnerismo reaparece luego de la breve intervención del gobierno del presidente Macri que erróneamente aplicó las medidas correctivas a la economía con “momentum” invertido, es decir al final de su mandato en vez de al día siguiente de asumir el poder. Pero, este K4 pretende emular al K1 olvidándose que el actual contexto local e internacional torna inviable el oasis populista que fugazmente disfrutó Néstor Kirchner. Luego de nueve meses en el poder el K4 se parece cada vez más al K3, impulsado por su naturaleza antisistema y por la empoderada y multiprocesada Cristina Fernández. Entonces tenemos cuarentena interminable a un costo que el país no esta en condiciones de afrontar y sin resultados sanitarios que la justifiquen; negociación de la deuda que termina, después de diez meses, aceptando el 90% de las condiciones iniciales de los acreedores; hostigamiento al Poder Judicial para lograr impunidad a los protagonistas de la cleptocracia 2003-2015. El sector energético no es ajeno a esta sucesión de desaciertos de la actual administración o K4 cuyas consecuencias todavía no se manifiestan debido al delay que tienen, de un año para la macro y de dos años para los usuarios. Y esto es así debido a que el K4 recibió del gobierno de Macri un sector en plena recuperación. Hay que recordar que la política energética del K1, mentora de la actual administración, gozó de un período de gracia de casi 4 años por las buenas condiciones en que recibió al sector después de las reformas realizadas en el área energética en los 90 y respetadas hasta la crisis de 2002, además de las favorables condiciones macro, antes mencionadas, de 2003 El impacto del actual desmanejo energético en la macro se manifestará a través de los saldos negativos de la balanza comercial de los productos energéticos y del aporte al déficit fiscal de los subsidios crecientes. En cuanto a los usuarios, volverán a padecer las consecuencias de una mala calidad de servicios y carencias de productos ante la falta de inversiones, a partir del verano 21/22. Es fácil prever las graves consecuencias por repetir la política energética de los anteriores gobiernos kirchneristas, solo bastará con recordar la situación padecida durante el K3. Paradójicamente la “no política” del gobierno para el sector produce en la gente una sensación de bienestar al disponer de servicios de luz y gas, todavía buenos, pagando menos de la mitad de lo que cuestan. Pero sería conveniente que los usuarios y la población en general asuman que deberán hacerse cargo de esa diferencia con creces dentro de poco tiempo vía inflación, más cepos y devaluaciones que generan los subsidios y del deterioro creciente de la calidad de los servicios Llegado a este punto considero conveniente recordar alguno de los perjuicios provocados por la política energética aplicada entre 2003 y 2015 que contó con el beneplácito de la población, mientras no afloraron los problemas. Es una forma de saber lo que nos espera, ya que el K4 está replicando esa política sin ambages. La conducción del área energética en ese período llevó al vaciamiento del sector. De una balanza comercial energética superavitaria de US$ 7.000 millones, pasó a otra deficitaria en US$ 6.500 millones. De ser un país exportador de gas, pasó a importarlo durante ese período por más de US$ 50.000 millones. Hereda un sector con buenos servicios y sin subsidios y termina subsidiando el 80% de las tarifas, abastecimiento eléctrico colapsado y serias restricciones en la provisión de gas. Caen en forma abrupta las reservas de gas y petróleo por falta de inversión ante la intervención discrecional en sus precios. Por eso entonces, próximamente volverá a nuestra memoria el tango Por la Vuelta como alegoría de una realidad sin tiempo.
Fuente: Clarín