Una obra que necesita es la conocida como el cuarto puente, que partiendo de Machala, pasando por El Inca, acercaría al Azuay los puertos al sur de la ciudad. Otra es la provisión expedita de combustibles. Cuenca clama por el gas del golfo. Cuenca es el mercado lógico del gas. La presión de su industria llevó a la construcción de un poliducto desde Bajo Alto, la población de El Oro donde termina el gasoducto que nace del campo Amistad.
Hoy, hay problemas múltiples que resolver. Que el campo Amistad está en declinación, produce 20 millones de pies cúbicos diarios cuando el gasoducto es de 100. En Bajo Alto, parte del gas alimenta a la generadora eléctrica TermoMachala y parte a una planta de licuefacción, que se está hundiendo. De esta sale un poliducto a la terminal Chaullabamba en Cuenca, que está sobre una quebrada y es inestable. El poliducto se contrató con Odebrecht en $370 millones, terminó costando $623 millones. Petroecuador se propone enjuiciar a Odebrecht por un perjuicio de unos $350 millones, mientras que por su parte la brasileña reclama que le deben $174 millones.
Las autoridades deben pisar a fondo el acelerador para resolver este problema, que perjudica a la competitividad de la industria azuaya. Plantear el juicio a Odebrecht y que se hagan los peritajes, para poder lo antes posible concesionar todo el sistema de generación y licuefacción en Bajo Alto, poliducto y terminal en Cuenca. Que el concesionario se haga cargo de las reparaciones, vea cuánto gas le dan de Amistad, e importar el resto. El Estado no tiene plata para la rehabilitación, además que el historial de contrataciones de infraestructura es deplorable. Ciertamente habrá interesados.
Paralelamente, buscar quien quiera explorar hidrocarburos en el golfo. Las autoridades son pesimistas: Que Amistad no tiene más reservas, está casi agotado. Que se contrató una plataforma para perforar costa afuera, y perforaron tres pozos que salieron secos. Pero podría no ser así. A pocos kilómetros al sur, Perú produce gas.
A pocos kilómetros al norte están los hidrocarburos de Ancón. La compañía que encontró Amistad: Ada se proponía montar una planta de licuefacción para exportar. En 1972, el gobierno militar le anuló la concesión alegando corrupción en la contratación. La empresa que sucedió a Ada, NorthWest, no pudo desarrollar el campo por problemas legales (con Ada), pero hizo geofísica que le permitió detectar estructuras con potencialidad de tener gas. Ya en la década pasada, PDVSA encontró gas en Puná, pero por desconocimiento de sus técnicos –rehusaron recurrir a expertos nacionales– perdieron el pozo y se fueron.
Con la chilena ENAP se acordó la exploración en la zona, y ENAP trajo como su representante en Ecuador a quien había manejado los campos de hidrocarburos en el estrecho de Magallanes. Hace un par de años, técnicos de la unidad de gas de Petroecuador me hablaron de estudios que demostraban el gran potencial gasífero de toda la costa ecuatoriana. En suma, no está dicha la última palabra sobre el gas del golfo. Por lo que debe haber empresas interesadas en operar Amistad y tener derechos a explorar y desarrollar campos en un área que puede ir de la frontera sur hasta Puná.
Walter Spurrier Baquerizo
Fuente: El Universo