El fraseo de la calificadora —la misma que le quitó el grado de inversión a Pemex en el mes de abril de este año y en consecuencia la petrolera se convirtió en “un ángel caído”— es fulminante. Subraya que el riesgo de liquidez de Pemex sigue siendo alto.
Tiene aproximadamente 9,000 millones de dólares en flujo de efectivo libre negativo y casi 6,000 millones en deuda con vencimiento en el año 2021. Pemex —revela— tenía solo alrededor de 1,600 millones de dólares en efectivo disponible a junio de 2020.
Y las necesidades de financiamiento externo aumentarán hasta el 2021 para la petrolera nacional cuya calificación es hoy de Ba2 negativo.
La petrolera mexicana registra una subinversión crónica y tibia generación de efectivo en un momento de disminución de la producción, reducción de la demanda de combustible e importantes vencimientos de deuda.
Como el mayor contribuyente a los ingresos fiscales del gobierno mexicano, Pemex ha realizado esfuerzos considerables para reducir el riesgo de refinanciamiento, emitiendo bonos por 5,000 millones de dólares y el refinanciamiento de 2,000 millones en deuda. A pesar de ello, el riesgo de liquidez de la petrolera sigue siendo alto, y las coberturas petroleras cubren solo una pequeña parte de su producción, no lo suficiente para proteger su liquidez.
Los focos rojos de alerta están encendidos en torno a Pemex. Moody´s está alertando. Pero no sólo es la influyente agencia calificadora. En general las cifras son frías y elocuentes, incluso las reconocidas por la propia empresa petrolera que dirige Octavio Romero.
Este año Pemex ha perdido más de 600,000 millones de pesos y su deuda es superior a los 100,000 millones de dólares, más su pasivo laboral que ronda los 70,000 millones de dólares.
Paradójicamente, mientras el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, considera a Pemex como palanca del desarrollo nacional, en el ámbito financiero, se escuchan las voces de alerta respecto de su delicada condición no solo financiera, sino operativa.
Al cierre del mes de julio, alcanzó el nivel de producción más bajo en 41 años, de acuerdo con sus propias cifras. Se ubicó por debajo de 1.600 millones de barriles diarios (mmbd) de petróleo; en 1.595 mbd al día. Y sumó cuatro meses consecutivos de producción en declive.
El presidente de México asegura y reitera constantemente que Pemex no sólo detendrá sino que elevará la producción petrolera. Para el final de su sexenio, en el año 2024, de acuerdo con el presupuesto que presentó la Secretaría de Hacienda, se proyecta una producción de 2.27 millones de barriles diarios.
Aunque es una cifra menor a las previstas previamente (en uno de sus pronósticos la llegó a colocar en 2.6 millones de barriles), la mayoría de los analistas especializados considera que será muy difícil que se cumpla.
Casi todos coinciden en que la producción para el cierre del sexenio se ubicará alrededor de 1.6 millones de barriles. El gobierno lópez obradorista mantiene su intención de “rescatar” a Pemex y centrar su política energética en el modelo monopólico de la petrolera y de la Comisión Federal de Electricidad, cuya calificación crediticia, según la propia agencia Moody´s, se verá afectada por la recesión y los cambios en la política energética.
Esa intención implica el respaldo implícito del gobierno federal a las dos empresas energéticas. Lo cual, coinciden los analistas especializados, podría comprometer el riesgo soberano de México.
Pemex está prácticamente quebrada y la decisión de “rescatarla” podría llevar al escenario que planteó Heath: que el dolor de cabeza se convierta en un cáncer incurable. Ojalá que no.
Fuente: El Economista