e incluso del carbón para su suministro continuo y confiable. El mundo de la energía cien por ciento renovable todavía está a varias décadas de distancia.
Desde hace algunos años, las noticias sobre energía se concentran en el crecimiento de las energías renovables, aunque poco se habla de las costosas políticas implementadas por los países para promocionar su desarrollo. Pareciera que el camino para reemplazar a los combustibles fósiles está asfaltado y, en poco tiempo, tendremos un mundo energizado por las llamadas energías limpias. La pandemia del COVID-19 profundizó esta tendencia.
Hace menos de dos meses, la Unión Europea anunció un plan de rescate económico de 2 billones de euros, dentro del que los gobiernos europeos aprobaron destinar más de US$ 572 mil millones en el desarrollo verde, es decir, en inversiones que van desde las energías renovables hasta los automóviles eléctricos. Una parte importante de estos cuantiosos fondos de reconstrucción de la economía se destinarán a intentar acelerar la transición energética basándose en el hidrógeno, un vector de energía que hoy no ha tenido grandes avances tecnológicos y su producción hoy en día es realmente costosa.
En EEUU, el candidato demócrata, Joe Biden, eligió a Kamala Harris, una opositora al fracking y los combustibles fósiles para acompañarlo en la fórmula. El candidato demócrata pretende mover el tablero energético global y, para eso, anunció un paquete de energía limpia y cambio climático de US$ 2 billones, un plan que busca revisar los sectores de transporte, la electricidad y la industria pesada. Algunos de los aspectos más destacados incluyen hacer que todo el sector eléctrico esté 100 por ciento libre de carbono para 2035, modernizar cuatro millones de edificios en cuatro años, construir 500 mil estaciones de recarga de vehículos eléctricos y fondos para investigar una variedad de captura y almacenamiento de carbono, así como tecnologías avanzadas de energía nuclear.
No hay duda, las noticias sobre energía de estos días son emocionantes, aunque engañosas: se habla mucho del fin de la era del petróleo, sobre baterías nuevas, paneles solares más eficientes, energía eólica más barata y docenas de modelos de vehículos eléctricos que llegarán en cualquier momento al mercado.
El futuro parece cercano y brillante, sin emisiones y eléctrico. Sin embargo, todo lo que se necesita para arruinar esta visión ingenua es un solo informe con datos certeros, como es el de la Agencia Internacional de Energía (IEA por su nombre en inglés), publicado esta semana.
Titulado “Key World Energy Statistics 2020”, el informe ofrece una mirada en profundidad a las tendencias de producción y consumo de energía que abarcan un período de 45 años, entre 1973 y 2018. Los datos muestran que, todavía hoy, dependemos mayoritariamente del petróleo y el gas natural, a pesar de todos los avances de las energías renovables. De hecho, la participación de estas fuentes de energía es tan enorme que cuesta imaginarse cuándo podremos liberarnos de los combustibles fósiles.
En general, se mira la matriz energética primaria para ver la importancia de las distintas fuentes de energía. Sin embargo, es tal vez más interesante mirar los datos del consumo final según las distintas fuentes. El petróleo, por ejemplo, representa el 31,6% del suministro de energía primaria, pero el 40,8% del consumo final. En 1973 representó el 48,2% del consumo final, es decir, cuarenta y cinco años después, a pesar de los enormes avances de las energías renovables, la participación del petróleo cayó sólo 8,6 puntos porcentuales.
Mientras tanto, la participación de la electricidad en el consumo pasó del 9,4% al 19,3% lo que -sin duda- es un importante crecimiento que marca que el mundo se está electrificando, algo que favorece el desarrollo de las renovables, pero que todavía estamos lejos de dejar de depender de los hidrocarburos.
El crecimiento renovable se ha dado fundamentalmente a partir del 2005. Entre 2005 y 2018, la generación eólica pasó de 104 teravatios-hora a 1273 teravatios-hora y la generación de energía solar registró un crecimiento igualmente impresionante, de solo 4 TWh en 2005 a 554 TWh en 2018. Si bien el costo de las renovables ha bajado considerablemente en los últimos diez años, al ser intermitentes requieren mayor desarrollo de redes de transmisión eléctrica más costosas y el respaldo de potencia firme de origen térmico, constituida por centrales de generación que utilizan fósiles o nuclear como combustibles.
Otros: eólica, solar térmica, hidráulica. Fuente: Agencia Internacional de Energía/ Elaboración: Ceepys En base a estos datos -que abarcan más de cuatro décadas- la perspectiva de la Agencia Internacional de Energía para las próximas dos décadas incluye al petróleo y gas como las fuentes principales de energía, en todos los escenarios posibles que destaca el informe, el petróleo y el gas juntos seguirán representando aportando muchas más energía que las renovables, incluso en 2040. ¿Qué nos dice todo esto? Muchas cosas que podrían interpretarse de acuerdo con las opiniones personales y los intereses en juego. Sin embargo, las interpretaciones no cambian los datos, y los datos expuestos por la IEA muestran que el mundo todavía depende y dependerá en gran medida del petróleo y el gas, e incluso del carbón, para su suministro continuo y confiable de energía. El mundo de la energía cien por ciento renovable todavía está a varias décadas de distancia.
Este análisis nos sirve como guía para pensar y diseñar la política energética en nuestro país. Al igual que en el resto del mundo, en Argentina los combustibles fósiles dominan la matriz energética primaria, donde se destaca el gas natural. Esta es una característica ventajosa de nuestra matriz respecto al mundo ya que no utilizamos carbón como fuente de energía. Esto es importante desde el punto de vista ambiental, ya que la combustión del gas natural es mucho más limpia que la del carbón.
La política energética debe basarse en dos criterios que son pilares para el crecimiento y la igualdad: seguridad energética y accesibilidad. La energía es la base del funcionamiento de nuestra sociedad, por eso debemos establecer políticas que apunten a lograr el autoabastecimiento, que es nuestra garantía para contar con la energía que necesitamos para nuestro desarrollo. Al mismo tiempo, la energía es un derecho, por lo tanto debe ser accesible a todos los ciudadanos. Estos criterios son los que explican el por qué es tan difícil salir de los combustibles fósiles. Sus características energéticas son difíciles de reemplazar: son una fuente de energía segura y barata. Seguramente el futuro será renovable, pero somos un país en desarrollo, nuestro presente es con el gas y el petróleo de Vaca Muerta.
FUENTE: AGENCIAS - ARGENTINA