Y ahí, bajo esas nubes tóxicas, la Refinería “Miguel Hidalgo”, de Petróleos Mexicanos (Pemex), está como una de las cámaras de ese averno.
Dicen los hidalguenses que la desgracia siempre busca compañía y en este caso, la desgracia ecológica que representa la refinería está acompañada por otras fuentes relevantes de contaminación: la central termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos” de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), las cementeras Holcim-Apasco, Cemex, Lafarge Cruz Azul y Caleras Beltrán, además de empresas de la industria química, metalúrgica, metalmecánica, entre otras.
La refinería se encuentra en la cuenca atmosférica de Tula, formada por los municipios de Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Chilcuautla, Mixquiahuala de Juárez, Progreso de Obregón, Tepeji del Río de Ocampo, Tepetitlán, Tetepango, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tula de Allende.
Se localiza al suroeste del estado en una superficie de 1,730 kilómetros cuadrados, donde viven 470,985 personas, que representan 16.36% del estado.
La contaminación generada en Tula llega hasta la Ciudad de México debido a que los vientos dominantes en la región van de norte a sur casi todo el año.
Algunos estudios señalan que los eventos de alta concentración de dióxido de azufre que registra la red de monitoreo de la Ciudad de México, 18% tiene su origen en Tula.
Un complejo de 33 plantas
La refinería de Tula fue inaugurada el 18 de marzo de 1976 y ocupa una superficie de 749 hectáreas, donde hay 33 plantas para refinación y procesos, siete calderas, cinco turbogeneradores, dos unidades desmineralizadoras, nueve torres de enfriamiento y una planta de tratamiento de aguas residuales.
Tiene una capacidad instalada para procesar 315,000 barriles diarios; sin embargo, durante los últimos años ha venido experimentando una reducción en el volumen de procesamiento de petróleo crudo. En 2013 operaba a 76% de su capacidad; para 2017 bajó a 47% y en 2018 a 40 por ciento. A junio de 2020 operaba a 36 por ciento.
Sin embargo, se espera que incremente su producción, debido a la decisión del gobierno federal de rehabilitar las seis refinerías que conforman el Sistema Nacional de Refinación, lo cual ha generado preocupación de ecologistas debido a que eso implica que emitirá más contaminación.
De acuerdo con información de la Secretaría de Energía y de Pemex, en Tula concretamente se prevé intervenir la planta de H-Oil, que actualmente está abandonada y es indispensable su rehabilitación para aumentar la producción de gasolinas y lograr la transformación de los residuos de vacío, que hoy son en gran parte desaprovechados.
A diciembre de 2019 la secretaria de Energía, Rocío Nahle, informó que, la rehabilitación de esa refinería llevaba un avance de 37 por ciento. Hasta el 5 de julio pasado, se habían ejecutado 19 de las 21 reparaciones mayores. Ya se realizó mantenimiento correctivo a la planta catalítica uno.
Pemex aumentó niveles de emisión
Según el informe anual 2019 de Pemex, el índice de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el proceso de crudo en las refinerías de Pemex ha mostrado un incremento al pasar de 49.67 tCO2e/Mb en 2018 a 55.34 tCO2e/Mb (equivalente en toneladas de bióxido de carbono sobre) en 2019, lo que significó un incremento de 11.4 por ciento.
Se presenta un incumplimiento a la meta establecida en el plan nacional de 48.44 tCO2e/Mb al ser 14.2% superior el resultado de 2019. De 2018 a 2019, se registró un aumento en la emisión de GEI por el proceso de crudo de 7.8% y una reducción de 3.2% en las actividades asociadas al proceso de crudo.
El incremento obedeció al mayor volumen de gas ácido, gas seco y gas residual enviado a quemadores, como resultado de fallas en las unidades de recuperación de azufre y falta de capacidad de procesamiento en las refinerías de Salamanca, Madero, Tula y Minatitlán.
Emite partículas a toneladas y borbollones
De acuerdo con el Inventario de emisiones del Estado de Hidalgo con base 2011, la industria del petróleo y petroquímica en la entidad, la refinería es la tercera mayor fuente generadora de partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 10 micrómetros (PM10) en el estado con 5,141 toneladas al año, lo mismo que de partículas con un diámetro aerodinámico inferior 2.5 micrómetros a PM2.5 con 3,093 toneladas.
Las instalaciones petroleras aportan 13% de la emisión de PM2.5 y 15% de PM10.
Por mucho Tula de Allende y Atotonilco de Tula, que concentran una alta actividad industrial, son los municipios con las más altas emisiones de material particulado, tanto PM10 y PM2.5.
En el caso de Dióxido de azufre, la refinería “Miguel Hidalgo” es la segunda fuente de ese contaminante en el estado con 26%. Junto con las instalaciones de generación de energía eléctrica que emiten 72%, son responsables de la emisión de 98% de ese tipo de gases.
Cada año las instalaciones de petróleo y petroquímica emiten 55,788 toneladas de dióxido de azufre. Además, las instalaciones petroleras en el estado generan cada año 5,299 toneladas de óxidos de nitrógeno, aunque representan menos de la mitad de lo que aportan las instalaciones cementeras.
También emiten 3,832 toneladas al año de compuestos orgánicos volátiles y 90 de amoniaco. Toda esa contaminación en el aire que respiran las personas de esta región y la que vive entre esa zona y la Ciudad de México, hasta donde llega esa suciedad, tiene consecuencias.
De acuerdo con el Índice aire y salud de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno del estado de Hidalgo, que mide la calidad del aire en la entidad, del 20 de febrero al 13 de agosto de 2020, en al menos 29 días se registró calidad del aire “mala” en algún momento del día en el municipio de Tula de Allende, principalmente por PM10 y dióxido de azufre. Eso quiere decir que en ese municipio, uno de cada cinco días, se registró mala calidad del aire.
Impacto en la salud
La contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. Mediante su disminución de los niveles de contaminación, los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
Es decir, cuanto más bajo sea el nivel de contaminación del aire, mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, tanto a largo como a corto plazo.
En ese sentido, de acuerdo con el gobierno del estado, la carga de morbilidad por demanda de atención en el estado de Hidalgo para el año 2014, registra 36.3 casos nuevos de enfermedad por accidentes cerebrovasculares por cada 100,000 habitantes, mostrando un incremento de cuatro puntos de tasa en comparación con la reportada en el año 2000 (tasa 32.3). Así mismo, en 2014, la morbilidad por asma y estado asmático fue de 230.5 con un incremento de 111.2 puntos de tasa contra el año 2000; la morbilidad por infarto agudo al miocardio en 2014 fue de 37.3 casos por cada 100,000 habitantes; este padecimiento disminuyó en 5.6 puntos de tasa en comparación con la reportada en el año 2000 (tasa 42.9).
Las partículas más perjudiciales para la salud son aquellas cuyo diámetro es igual o menor a 10 micrones y pueden penetrar y alojarse en el interior profundo de los pulmones. La exposición crónica a las partículas agrava el riesgo de desarrollar cardiopatías y neumopatías, así como cáncer de pulmón.
Generalmente, las mediciones de la calidad del aire se notifican como concentraciones medias diarias o anuales de partículas PM10 por metro cúbico (m3) de aire. En el caso de Tula, la mayor parte de las veces en que se registra mala calidad del aire es precisamente por altas concentraciones de PM10 o PM2.5.
Durante el 2013, en Hidalgo ocurrieron un total de 13,159 defunciones de las cuales 26% han sido causadas por padecimientos que pudieran relacionarse a contaminantes atmosféricos, sin ser determinante dicho factor: el 14% de muertes corresponden a cardiopatía isquémica, 6% enfermedad cerebrovascular, el 5% corresponde a enfermedad pulmonar obstructiva crónica y 1% tumor maligno de tráquea, bronquios y pulmón.
Horacio Riojas, director de Salud Ambiental del Centro de Investigación en Salud Poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública señaló que cálculos de mortalidad prematura atribuida a la contaminación del aire en México estiman alrededor de 14,600 muertes prematuras al año solo atribuidas a MP2.5.
Indica que, si se hace una comparación contra las recomendaciones hechas por la Organización Mundial de la salud, se calcula que en toda la megalópolis de la capital del país ocurren más de 9,000 muertes prematuras al año por diferentes enfermedades y a diferentes edades. Dijo que las personas más afectadas siempre son adultos mayores que tienen alguna enfermedad crónica y que se ve complicada en condiciones de alta contaminación atmosférica.
De acuerdo con el especialista, en la mayoría de las ciudades mexicanas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para PM2.5 se duplican.
En promedio las concentraciones anuales de PM2.5 en nuestras ciudades son de 20 microgramos por metro cubico cuando la OMS recomienda 10 microgramos por metro cubico.
Lo que eso demuestra es que la mayoría de las ciudades mexicanas están expuestas a altas concentraciones de partículas respirables.
Comentó que, en el caso de la región de Tula, este hecho se vuelve doble o triplemente riesgoso, primero porque, según los datos oficiales, hay estaciones que reportan hasta 30 microgramos por metro cubico como promedio anual en la región sin que se tenga una cobertura completa de la población.
Además, otro tema importante es la composición de las partículas que pueden tener metales u otras sustancias como hidrocarburos aromáticos policíclicos que son cancerígenos. Asimismo, estas partículas contienen azufre que viene de fuentes que utilizan combustóleo. Las partículas azufradas son más tóxicas de las que no tienen este contaminante.
Eso hace a esa zona de Tula una de las más riesgosas para la población, además de efectos agudos que se dan no solo en personas sensibles como los asmáticos, sino que tiene efectos crónicos que pueden incluir desde efectos neurológicos hasta problemas de nacimiento.
En ese sentido, Beatriz Cárdenas González, directora de Calidad del Aire de WRI México, señaló que en la región de Tula se han encontrado una diversidad de metales pesados en las partículas que contaminan el aire, compuestos aromáticos policíclicos, lo que indica que la toxicidad de estos contaminantes puede ser muy alta.
Y eso es apenas una parte del coctel de contaminación que representa la zona industrial de esa esquina del Valle del Mezquital.
Fuente: El Economista - México