La moratoria le da la posibilidad de refinanciar la deuda con la AFIP; en la causa hay US$110 millones de venta de activos. El Congreso le entregó a Cristóbal López un nuevo juego de llaves de sus empresas.
Ahora será el turno para que los abogados vayan y abran las puertas para el regreso triunfal de uno de los empresarios preferidos de Cristina Kirchner. Será cuestión de semanas, o meses, cuando mucho. La estrategia de recupero de las insignias corporativas necesitaba algo más que el perfecto conocimiento del derecho comercial, requería que los diputados y senadores movieran algunas piezas de la pirámide legislativa argentina. Lo lograron con la moratoria impositiva que la Cámara alta aprobó anteayer con el voto mayoritario del oficialismo en el Senado. Fue una demostración de poder desmesurada. Una vez promulgada la ley y después de que se publique su reglamentación, la estrategia tomará forma y seguramente, en un tiempo, se podría cerrar la quiebra de Oil Combustibles. Se convertirá en un antecedente paradigmático del uso de la legislación general para un caso particular.

El imperio económico de Cristóbal López tuvo su golpe certero el 11 de mayo de 2018. Entonces, Fabián de Sousa y su socio, desde la cárcel y con poco que hacer para evitarlo, perdieron la propiedad de la más importantes de sus empresas. La Justicia decretó la quiebra de Oil Combustibles, la nave insignia del rompecabezas corporativo que construyeron en los últimos años. El peso de la decisión que tomó entonces el juez comercial Javier Cosentino fue de enorme proporción, ya que, además de los activos petroleros, quedaron en manos del proceso varias carteras de acciones de otras sociedades. Todas importaban, pero sobresalía una que era, y aún lo es, la controlante de la gran mayoría de las otras firmas del grupo, entre ellas los medios periodísticos que integran el holding. Hasta ese lugar de morosidad se había llegado después de que la AFIP le reclamara una deuda millonaria impositiva.

El caso, que reveló en la nación Hugo Alconada Mon, se inició con la comprobación de que Oil Combustibles percibía de cada uno de sus clientes que se acercaba a un surtidor una porción importante del precio que cobraba por las ventas de gasoil y fueloil, que es el impuesto a los combustibles (ITC). Las petroleras son agentes de retención de ese impuesto, que una vez cobrado se debe depositar en la AFIP. La compañía pasó años sin depositar ese importe y la deuda creció en ceros. Alguna vez ingresó en un sistema de moratoria, pero pagó un puñado de cuotas y nunca más. Justamente el monto que se cobraba pero no se depositaba era gran parte de lo que se utilizaba para comprar y fondear otras empresas. Por eso Oil Combustibles se convirtió en el vértice del imperio de López y De Souza. La quiebra avanzó mientras en la Justicia, el juez Cosentino decidió que se mantuviese la continuidad de los negocios. Los llamados bienes industriales, donde estaban las estaciones de servicio, una refinería y hasta el stock de combustibles, se vendieron. En la cuenta del juzgado se acumularon alrededor de 110 millones de dólares que resultaron de las subastas y los concursos de precios.

Ese dinero está en efectivo, y en billetes norteamericanos destinados a pagar a los acreedores. Pero hay algo más que tiene que ver la pirámide societaria. Oil Combustibles es la controlante de Inversora M&S, además de ser titular de acciones de varias de las empresas involucradas. M&S está integrada por Cristóbal López (con inversiones por el 15,58%), Fabián De Sousa (4,64%), Nitzon Holding (de Panamá, con el 71,790% y Fideicomiso CML II (7,99%), dice uno de los miles de dictámenes que hay en la causa que acumula cientos de expedientes y de incidentes. Todo este andamiaje que está en el extremo de arriba tiene como socios a López y a sus hijos, y a la familia De Sousa. Desde allí penden la gran mayoría de las otras empresas, como los el canal de televisión por cable, C5N, Radio 10, Ideas del Sur, alguna constructora, y decenas de emprendimientos del empresario patagónico.

La estrategia Con la moratoria aprobada por el Congreso, que tiene un artículo para que las empresas quebradas puedan refinanciar sus deudas, el estado de la causa cambiará. Las quiebras se terminan por dos formas. La primera es cuando la venta de todos los activos logran pagar todas las deudas que existen y que llevaron a la compañía al estado de insolvencia. La segunda, con el acuerdo de todos los acreedores que se dan por satisfechos mediante un acuerdo con el deudor. Los abogados del zar del juego seguramente se presentarán ante la AFIP y empezarán a alistar un plan de pagos. Jamás en la historia argentina fue posible que una compañía quebrada se presente a la autoridad impositiva para acordar sus impuestos impagos. Con esa aceptación, el principal acreedor, por lejos, empezará el uno a uno con los otros acreedores que, según lo que surge del expediente, son cerca de 500. Para lograr ese objetivo, López y De Souza tienen los 110 millones de dólares que el juez de la quiebra reservó para pagar. Con los acreedores satisfechos y la AFIP refinanciada, solo quedará la cuestión formal de levantar la quiebra.

Claro que los activos de Oil que se remataron no volverán a las manos de los empresarios. Pero a cambio, como se dijo, están los billetes. Lo que sí quedará a salvo serán todos los bienes que no se remataron nunca, entre ellos, los paquetes de acciones. Será la redención del imperio mediático, uno de los alfiles del grupo. Habrá que esperar un año, al menos, para ver cuántas empresas fallidas fueron por este camino de cerrar las quiebras con acuerdos con la AFIP. Recién entonces se podrá conocer si la llave que entregó el Congreso tiene nombre y apellido.

Fuente: La Nacion - Argentina