La agencia con sede en París, que asesora a los países desarrollados en su política energética, prevé en un informe una caída de alrededor del 20% (el equivalente a casi 400.000 millones de dólares) en inversiones en el mundo este año, en comparación con 2019.
El informe anterior, basándose en los anuncios de empresas y gobiernos, pronosticaba un aumento del 2% en estas inversiones para 2020.
Pero eso era antes de la pandemia de Covid-19 que detuvo sectores enteros de la economía mundial, frenó la circulación de bienes y personas y provocó una caída de los mercados petroleros. Esta última ha hecho que las compañías revisen a la baja sus inversiones y anulen proyectos.
“Todos los sectores energéticos se ven afectados: el petróleo, el gas, las energías renovables… pero el mayor impacto recae en el petróleo de esquisto”, precisa Fatih Birol.
Las inversiones disminuirán probablemente en un tercio para el petróleo en su conjunto e incluso alrededor del 50% para el esquisto, que se disparó en América del Norte en los últimos años antes de irse debilitando.
Para la AIE, a veces criticada por las ONGs ecologistas por su supuesta timidez en el ámbito climático, este declive anunciado en las inversiones en el oro negro no es necesariamente una buena noticia. Aunque ello supusiera una caída del consumo de petróleo.
Birol, que ya había advertido sobre las consecuencias sociales de la crisis para los países productores de hidrocarburos, aboga por una “transición ordenada”, es decir organizada por los países.
11% menos en tecnología limpia
La energía verde tampoco se libra de la crisis actual y ya se barajan importantes caídas. Las inversiones en tecnologías consideradas “limpias” por la AIE (captura y secuestro del CO2, baterías, medidas de eficacia energética, nuclear, renovable para producir electricidad o calor) disminuirán un 11% para situarse en unos 560.000 millones de dólares contra los 630.000 del año pasado.
De todos modos estos niveles de gasto, incluso antes de la crisis, no son suficientes para poner al mundo en una trayectoria compatible con los Acuerdos de París sobre el cambio climático, señala.
Las redes de transmisión y distribución de electricidad, por su parte, ya sufrieron una caída de la inversión el año pasado y la tendencia se confirmará en 2020.
“Para hacer frente a una creciente proporción de energías renovables -solar y eólica- necesitamos redes modernas y más sólidas. Pero la tendencia va por mal camino”, lamentó Birol.
Además, los países en desarrollo podrían recurrir más al carbón, altamente contaminante, que todavía desempeña un papel importante en muchos Estados, empezando por Asia.
En el primer trimestre se dio luz verde a nuevas centrales de carbón, a un ritmo que duplica todo 2019, destacó la AIE. Una tendencia que impulsa China, pero también se nota en Camboya, Indonesia o Pakistán.
“Con el confinamiento en el mundo, corremos el riesgo de quedarnos con viejas tecnologías ineficientes, especialmente en el mundo emergente que se enfrenta a enormes problemas de deuda y financiación”, teme Birol.
Fuente: Radio Biobío - Chile
“La forma en la que los políticos respondan hoy a la crisis determinará la seguridad energética y los riesgos en términos de sostenibilidad a los que el mundo se enfrentará mañana”, concluyen los autores del informe.