Fue notorio el cambio de discurso y actitud que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de la pandemia.
EL ECONOMISTA - MÉXICO

Pasó de besuquear niñas en las giras que se negaba a suspender e invitar a la gente a ir a restaurantes, a aceptar que había que quedarse en casa y tomar la enfermedad Covid-19 con seriedad.

Ese cambio tuvo mucho que ver con el hecho de que el presidente recibe información de colaboradores confiables que no tienen temor en informarle las cosas como son. Hemos visto como el (sub)secretario de Salud, Hugo López-Gatell, se ha atrevido a corregir al presidente en plena conferencia mañanera.

Así, en materia de salud el presidente acepta que no sabe y permite que los científicos, marquen el camino de las acciones de su gobierno.

El problema es que en materia económica y petrolera no permite lo mismo. Primero, porque cree que sabe. Y segundo, porque esas voces que tiene cercanas poco ayudan en la toma de buenas decisiones.

Los que conocen y muy bien de la situación real de la economía y las finanzas del país dentro de la 4T, no se atreven a levantar la voz y corregir al presidente. Y los que tiene asignados como responsables del área energética saben poco del tema, pero le hablan mucho al presidente.

El sector petrolero mundial está en crisis y eso forzará cambios en materia energética en el planeta entero. Las empresas dedicadas a la energía tendrán que encontrar mecanismos de supervivencia y cuando la economía global se recupere la cara del sector energético mundial será otra, sin lugar a dudas.

Pero en México lo que tenemos es a un presidente que se enreda en tratar de justificar cómo en el momento en que la mezcla mexicana registra un precio negativo por primera vez en su historia, dice que es el mejor momento para seguir con la construcción de una refinería que ha estado cuestionada desde que se presentó el proyecto.

Debería el presidente aprovechar la coyuntura de la peor crisis petrolera de la historia para hacer cambios en energía, con minúscula, y Energía, con mayúscula.

Dar paso a energías renovables, desbloquear los proyectos privados, dejar de pelearse con los generadores eólicos y aprovechar las ventajas geográficas de México para explotar esos recursos.

Claro, la reestructura de Petróleos Mexicanos (Pemex) que pasa por los santos óleos a la empresa gigantesca e inútil y dar paso a una empresa más pequeña y eficiente que se dedique a sanear sus finanzas.

Y con mayúscula, es el momento de hacer cambios en la Secretaría de Energía y en las direcciones de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. López Obrador necesita verdaderos expertos en esas materias, honestos, que tengan la capacidad de tomar decisiones sensatas, no dogmáticas y trasnochadas, y que se atrevan a decirle al presidente cuáles son las mejores opciones sin agendas personales.

Las emergencias sanitaria, económica y petrolera que enfrenta México abren una ventana de oportunidad para el presidente López Obrador de hacer cambios en su equipo para tratar de pasar lo mejor posible la cascada de malos momentos que vienen para el país.