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El viernes 27 de diciembre, Carolina Guerra, ama de casa de 54 años, salió a comprar queso con medio petro, la criptomoneda de la que Nicolás Maduro lleva hablando dos años. Primero tuvo suerte, dice: no le costó tanto encontrar un negocio que aceptara la nueva moneda, hizo fila y esperó su turno. Pero cuando quiso hacer la transacción electrónica, el dinero desapareció.
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