Fuente: El Economista
No es la primera vez que lo dice. De hecho, la constante reiteración presidencial deja claro que está convencido de que el camino a seguir es el del “nacionalismo energético”, basado en la “recuperación” y “fortalecimiento” de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Respecto al sector eléctrico me referiré en otro apunte.
En lo que concierne al sector de hidrocarburos vale la pena reflexionar alrededor de varios puntos: 1) el contexto en el que el Presidente de México ratifica que ya no habrá más rondas petroleras; 2) los argumentos sobre los que basa su decisión, y 3) el impacto económico potencial que tendría el cumplimiento de su advertencia.
El Contexto. El pasado 8 de enero, el presidente López Obrador dijo que ya no habrá más rondas petroleras.
Lo declaró en el contexto en el que todos los datos oficiales confirman el estancamiento en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Al cierre del 2019, el primer año del gobierno de la cuarta transformación, la economía mexicana habría registrado una tasa de crecimiento del PIB de 0.0 por ciento.
La declaración presidencial se registra también cuando prácticamente todas las cifras y los análisis revelan una severa caída de la inversión privada.
Uno de los elementos clave de la contracción económica es precisamente la falta de inversión privada.
Los argumentos. En cuanto a las premisas en las que basa la decisión de no realizar más rondas petroleras, el jefe del Ejecutivo parte de dos bases: 1) que las empresas que obtuvieron contratos con las rondas petroleras no han invertido lo suficiente y que su producción es apenas de 10,000 barriles de 1 millón 735,000 barriles que se extraen diariamente.
Estos argumentos, no por ser repetidos constantemente, durante las conferencias presidenciales mañaneras, necesariamente son reales.
Es muy probable que el presidente López Obrador no tenga la información real, pero la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (Amexhi), que preside Alberto de la Fuente, tienen los datos oficiales. La Amexhi agremia a los principales inversionistas y operadores de petróleo y gas en México.
De acuerdo con la Amexhi, que cruza su información con la CNH— la industria petrolera privada ha invertido más de 11,000 millones de dólares y existen compromisos contractuales por más de 36,000 millones de dólares. Frente a “los otros datos” (no oficiales, por cierto) que señaló el presidente de la República respecto de la producción por contratos operados por empresas privadas, de sólo 10,000 barriles diarios, la realidad es otra: al 1 de diciembre es de 47,000 barriles diarios de petróleo.
Impacto económico potencial. El costo de cancelar las rondas petroleras es muy elevado.
Aunque hay que decirlo, las subastas petroleras están interrumpidas, incluso desde antes de que el actual gobierno lo fuera formalmente.
De continuar esta interrupción, el Estado mexicano ¡dejaría de lado inversiones estimadas en 169,000 millones de dólares! En el análisis “¿Cuánto podría ganar México al 2040 si continuaran las rondas petroleras?”, de la Amexhi, se calcula que de continuar con las rondas petroleras del 2020 al 2040, “existe el potencial de generar 104,000 millones de dólares por contraprestaciones al Estado sin necesidad de que el gobierno invierta en exploración y extracción”.
El documento identifica también ganancias para la proveeduría nacional de 56,000 millones de dólares como mínimo y en total de lo que recibiría el Estado se distribuirían cerca de 32,000 millones de dólares a los estados.
Frente al estancamiento económico y las inversiones paralizadas vale la pregunta: ¿México puede darse el lujo de seguir rechazando las inversiones privadas internacionales en el sector energético? Al tiempo.
Marco A. Mares - Periodista