Los bajos tipos de interés incentivan la emisión de bonos por aquellas compañías con mayor riesgo de insolvencia.
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El balón de la deuda corporativa sigue inflándose en Wall Street. Pero lo que empieza a activar las alarmas entre los inversores no es tanto el tamaño, sino la calidad de los bonos, es decir, el grado de solvencia de las empresas que los emiten.

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