Aparecen las historias de sufrimiento. Quitunuquiña, por ejemplo, es el pueblo de las mujeres solas porque sus maridos marcharon a luchar contra el fuego.
EL DEBER

Margarita Pocubé es el ser humano que más ha perdido en el incendio que está destruyendo el Bosque Seco Chiquitano. A sus 69 años de vida se ha quedado con una mano adelante y la otra atrás. Su casa de madera, que había levantado en los mejores años de su juventud, ha sido devorada por el fuego la tarde del 15 de agosto, cuando estaba en Santa Cruz haciéndose medir el nivel de su azúcar. Su perra Yuvinka logró escapar antes de que el techo y las paredes se desplomen, pero sus ollas y sartenes, su cocina y su cama, su ropa y su carretilla con la que acarreaba agua desde Peniel se han convertido en escombros.

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