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Con nubes de gases lacrimógenos de las que llovían cañonazos de agua, entre gritos y carreras, el caos se tragó ayer a Hong Kong. Esta ciudad de 7,5 millones de habitantes, una de las más pacíficas, desarrolladas y cívicas del mundo, vivió una de sus jornadas más convulsas por las multitudinarias protestas contra la ley de extradición a China, que fueron dispersadas con contundencia por la Policía.
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Con nubes de gases lacrimógenos de las que llovían cañonazos de agua, entre gritos y carreras, el caos se tragó ayer a Hong Kong. Esta ciudad de 7,5 millones de habitantes, una de las más pacíficas, desarrolladas y cívicas del mundo, vivió una de sus jornadas más convulsas por las multitudinarias protestas contra la ley de extradición a China, que fueron dispersadas con contundencia por la Policía.
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