ELPAIS.COM
Si hay algo que hoy día parece imposible, es que puedan repetirse en el centro de Pekín, o en cualquier otro lugar de China, unas manifestaciones como las de Tiananmen en la primavera de 1989. Antes de que el Gobierno chino enviara a unos 300.000 soldados, tanques y vehículos blindados a disolver sangrientamente a los estudiantes que reclamaban transparencia y democracia hace este martes treinta años, cerca de un millón de personas llegaron a concentrarse en aquellas protestas en la principal plaza de la capital. Desde entonces, China ha convertido la estabilidad en su principal objetivo, y para garantizarla ha invertido enormes recursos en su seguridad interna. A la censura tradicional y al duro trato a los disidentes se le une ahora el uso de una tecnología puntera para garantizar un estricto control.
Lea la noticia>
Si hay algo que hoy día parece imposible, es que puedan repetirse en el centro de Pekín, o en cualquier otro lugar de China, unas manifestaciones como las de Tiananmen en la primavera de 1989. Antes de que el Gobierno chino enviara a unos 300.000 soldados, tanques y vehículos blindados a disolver sangrientamente a los estudiantes que reclamaban transparencia y democracia hace este martes treinta años, cerca de un millón de personas llegaron a concentrarse en aquellas protestas en la principal plaza de la capital. Desde entonces, China ha convertido la estabilidad en su principal objetivo, y para garantizarla ha invertido enormes recursos en su seguridad interna. A la censura tradicional y al duro trato a los disidentes se le une ahora el uso de una tecnología puntera para garantizar un estricto control.
Lea la noticia>