EL DEBER
Luego, casi sin previo aviso, una gran limusina negra con motocicletas a ambos lados se acercó por un puente. Cuando el auto pasó, pudimos ver por unos breves momentos al emperador Akihito y a la emperatriz Michiko, inclinados en sus asientos y saludando. Poco después de una ola de aplausos y un hondeo de banderas de plástico por parte de la multitud, ambos se habían marchado.
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Luego, casi sin previo aviso, una gran limusina negra con motocicletas a ambos lados se acercó por un puente. Cuando el auto pasó, pudimos ver por unos breves momentos al emperador Akihito y a la emperatriz Michiko, inclinados en sus asientos y saludando. Poco después de una ola de aplausos y un hondeo de banderas de plástico por parte de la multitud, ambos se habían marchado.
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