Asiento de un fortín para contener a los malones indígenas durante la Conquista del Desierto, a fines del siglo XIX, Añelo enfrenta una crisis vocacional: el viejo caserío se va convirtiendo, a la velocidad de la luz, en ciudad petrolera. Su desafío es asimilar el avance de una industria que la transformó para siempre, señala el diario La Nación.
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El progreso, muchas veces caótico, salta a la vista en cualquier rincón de esta localidad que va camino de triplicar su población (2500 habitantes en 2012, más de 8000 hoy). "Aunque vengo habitualmente, cada vez que llego me sorprendo con un nuevo hotel, un edificio que no conocía, depósitos gigantes", dice un ejecutivo de YPF que vive en Neuquén capital (a 100 kilómetros). Podría decirse que Añelo no cuenta con un parque industrial, sino que el parque industrial se multiplicó varias veces y terminó abrazando al pequeño casco de Añelo, en el que solo unas pocas calles están asfaltadas.

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