La humanidad no podrá salvar todo el legado histórico del planeta amenazado por el aumento global de la temperatura.
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Si se pierde la memoria, la historia es un relato hueco. Apenas quedarán palabras sueltas, hilos inconexos. El cambio climático amenaza el patrimonio cultural del mundo. Compromete el recuerdo y su narración. Nada parece estar a salvo. Yacimientos arqueológicos, enterramientos, pecios, ciudades, cementerios, castillos, templos. La lista de los lugares en peligro es un catálogo que exhibe la potencial destrucción cultural del planeta. Pero lo terrible es que el ser humano no podrá salvarlos a todos. Cientos, quizá miles, se perderán. El hombre, entonces, deberá decidir qué abandona para siempre y qué conserva. Y solo, frente a sí mismo, valorará las consecuencias de sus actos. “Cuando un emplazamiento se pierde, la memoria del lugar y de la gente que vivió allí empieza a desvanecerse”, sostiene la arqueóloga estadounidense Sarah Miller.

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