La elección del icono de la nueva Barcelona como un centro de control contra las 'fakenews' restituye al edificio de los fiascos del hotel de lujo y la Agencia del Medicamento.
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Cuando el magnate Sheldon Adelson visitó hace apenas seis años Barcelona para negociar la apertura de un megacasino en las proximidades de la ciudad, sus anfitriones quisieron mostrarle que la capital catalana también tiene sus colosos. Ante la Torre Agbar, el multimillonario del juego, según cuentan, solo frunció el ceño y soltó: "Eso no es un rascacielos".

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