ELPAIS.COM
India siempre ofrece ejemplos de adaptación a los medios naturales más adversos. En junio, después de ocho largos meses de invierno, las carreteras de Ladakh, en el extremo noroeste del país, se liberan de colosales bloques de hielo. A más de 3.000 metros de altura, la vegetación desaparece y las rocas se exhiben ante desafiantes acantilados. Los rugidos del viento son el único sonido en estas tierras desoladoras y de exuberante belleza. Las únicas notas de color, en muchos kilómetros a la redonda, son banderas de plegarias budistas y parcos monasterios blancos alzados de forma caprichosa entre peñascos. La cultura y paisaje de Ladakh son prácticamente idénticos a los de la tierra del Dalai Lama.
Lea la noticia>
India siempre ofrece ejemplos de adaptación a los medios naturales más adversos. En junio, después de ocho largos meses de invierno, las carreteras de Ladakh, en el extremo noroeste del país, se liberan de colosales bloques de hielo. A más de 3.000 metros de altura, la vegetación desaparece y las rocas se exhiben ante desafiantes acantilados. Los rugidos del viento son el único sonido en estas tierras desoladoras y de exuberante belleza. Las únicas notas de color, en muchos kilómetros a la redonda, son banderas de plegarias budistas y parcos monasterios blancos alzados de forma caprichosa entre peñascos. La cultura y paisaje de Ladakh son prácticamente idénticos a los de la tierra del Dalai Lama.
Lea la noticia>