El capital riesgo y las inversiones reactivan las economías que sufrieron el parón tras la Gran Recesión.
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Los países del mal llamado tercer mundo no gustaban en los parqués de Nueva York o Londres. Corría 1981 y había que buscar una alternativa terminológica para referirse a lo nuevo: economías pujantes que, desde la periferia y desde niveles mucho más bajos de renta, empezaban a competir con el también mal llamado primer mundo. ¿Cómo hacer para aumentar el sex appeal de estos nuevos mercados a ojos de los inversores? Sin querer, la solución la puso encima de la mesa el economista del Banco Mundial Antoine van Agtmael en una conferencia al referirse a ellos como “emergentes”. Y bajo ese nombre han permanecido hasta hoy.

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