El año pasado se pagaron cinco millones de pesos para estudiar la posibilidad de reemplazar el combustible; los datos que surgen del expediente Pero el tiempo pasó y LA NACION accedió al expediente completo en el que su gestión encargó y pagó gran parte de los estudios de ingeniería para que efectivamente, la usina cambie el carbón por el gas ante la certeza de que sería imposible de abastecer la demanda de las calderas.
Fuente: La Nacion

Todo empezó marzo de 2014 cuando Miguel la Regina, número dos de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT) realizó un pedido para que se estudie la reconversión de la usina de carbón a gas. El expediente que De Vido negó una y otra vez se identificó con el número 0298250/2014 y el objeto era el "Estudio de conversión a sistema dual de los quemadores principales y sistema de reinyección de las cenizas volantes de las dos calderas Foster Wheeler de la Central Termoeléctrica Río Turbio".

Poco tiempo después, los apuros ministeriales por cortar la cinta impusieron un viaje. A mediados de 2014, funcionarios cercanos a la administración de la mina viajaron a Estados Unidos. Los recibieron en Foster Wheeler Global Power Group, la empresa a la que se le compraron las calderas. Hasta ese momento, y luego de alrededor de 700 millones de dólares invertidos, el proyecto había contemplado la posibilidad del gas como combustible. Sí se había pensado en combustible líquido (gasoil o fueloil) como para arrancar, pero nunca hasta 2014 se había pensado en el gas. Justamente la razón de ser era darle sentido a la mina de carbón ubicada a no más de un kilómetro y unida a la usina por una cinta transportadora de mineral. La idea era simple.

De las galerías al exterior, de ahí en la cinta a la generadora, caldera, fuego, cenizas y electricidad. Pero algo la falta de planificación y la corrupción metieron la cola. La usina avanzó al punto de estar prácticamente terminada y la mina no enterró la inversión necesaria como para sacar la enorme cantidad de carbón que se necesita para abastecer el infierno de dos quemadores que quemen carbón todo el tiempo. Se impuso la improvisación. Los planos nunca incluyeron la posibilidad del gas y los apurados planificadores argentinos iniciaron ese trámite en 2014, con la usina casi terminada.

El camino prosiguió cuando YCRT contactó a Isolux Corsan, la empresa que construyó la central, para realizar los primeros estudios de la conversión. Pocos meses después, la contratista envió el requerimiento al fabricante de calderas quien, además de una explicación técnica, envió una cotización para la reformulación del proyecto por 650.000 dólares. Suelto de bolsillo con dinero ajeno, la intervención del yacimiento que manejaba desde Buenos Aires De Vido, aceptó hacer el pago. Isolux trasladó el presupuesto a pesos y se estableció un monto de 5,5 millones de pesos. Mientras el ministro y los suyos negaban que les preguntaban la existencia del expediente, el 12 de enero de 2015, mediante la nota 43.523/2015, que se encuentra adjuntada en el folio 353 de la carpeta administrativa, el entonces interventor Atanasio Pérez Osuna hizo una contratación directa de Isolux para que avanzara en el estudio de factibilidad del proyecto de reconversión por un monto de 5,57 millones de pesos. Un folio después, la responsable de la delegación Buenos Aires de YCRT le confirmó al interventor que el dinero estaba disponible en la Sucursal Plaza de Mayo del Banco Nación. Mientras tanto, La Regina envió una nota al Ente Nacional Regulador del Gas. "Le solicito tenga a bien considerar el proyecto de abastecimiento de gas natural por un caudal horario total de 64.764 m3/hora [metros cúbicos por hora], a la obra mencionada ut-supra, lo cual nos otorga la posibilidad de operar con combustible dual las máquinas de la Central Termoeléctrica Río Turbio", explicó entonces el número dos de la mina de carbón. Sólo en un día, si se cumpliera su pedido, la usina consumiría 1,5 millones de metros cúbicos de gas diariamente.

La Nación consultó al ahora presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados. De Vido dijo que siempre las centrales térmicas son duales, que al menos andan con dos combustibles y que el gas se utilizará para arrancar. No aclaró por qué no resolvió encargar esa dualidad en el proyecto original y no sobre el final de la obra. Entre otras cosas, hubiera evitado los costos de 5,5 millones de pesos que se autorizaron para adaptar el plano de ingeniería. "La usina va a llevar carbón el 99,9% del tiempo -dijo el diputado mediante su vocero-. Y en ocasiones donde sea necesario por las situaciones que se puedan plantear también va a poder quemar gas a un costo reducido". Si los dichos de De Vido así se dieran, los interventores de la mina de carbón habrían encargado un estudio de factibilidad para llevar la central a quemar gas sólo para satisfacer el 0,01% de la demanda.

A eso debería sumarse el costo de la reforma y de la construcción del gasoducto. Demasiado costo, pareciera, para tan ínfimo porcentaje. La actual gestión frenó, al menos por ahora, aquella iniciativa. Quieren que se queme carbón. Para eso se inició un proceso de inversiones para oxigenar las galerías de la mina, una obra fundamental que no estaba terminada. Tampoco se avanzó jamás en la logística para disponer de las toneladas de ceniza que se producen ni tampoco en la necesidad de traer cal desde Neuquén, mezcla necesaria para la quema.

En septiembre de 2015, en plena campaña, hubo un acto para inaugurar una caldera. Fue la entonces presidenta Cristina Kirchner. Arrancó a gasoil, otro de los combustibles que se podría usar para suplir aquella décima a la que refiere el ministro.