Fuente: Diario Uno
Ya no se discute el cambio climático. Una discusión ya saldada en el foro es que el ser humano es el responsable del cambio climático. Aunque no fue repetido por todos los oradores, estuvo en el trasfondo de la cumbre. Obama mencionó que el primer paso para pasar a la acción es tener buena información. Reconocer esto que ya está avalado por la ciencia. A partir de allí, todo se puede debatir, dijo.
Los ciudadanos demandan un cambio. Si las empresas vieron que el desarrollo sustentable es redituable, en parte se debe a que la gente lo demanda. Demanda productos que sean amigables con el ambiente y políticos que se tomen en serio el tema. “A nivel mundial, el 53% de los consumidores pagarían hasta un 10% más por un producto si este es sustentable”, mencionó Juan Verde.
Estos encuentros ayudan a formar redes. Estuvo Obama; nadie duda de que escucharlo fue inspirador. Sin embargo, lo que más valoraron los 300 líderes ambientales elegidos para participar de la cumbre fue la posibilidad de contactarse con líderes de otras partes de Argentina para compartir problemáticas y diseñar acciones en conjunto. Coincidieron en que este tipo de encuentros ayudan a formar redes.
Hace falta una reforma institucional. Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema, lo expresó más claramente: “Hay que reestructurar las instituciones para poder tomar decisiones que tendrán costos en el presente, pero beneficios en el futuro. Las decisiones ambientales demandan eso. Nadie gana una elección con esa lógica. La estructura institucional es muy limitada para avanzar”.
Las regulaciones hacen su aporte. Fue el tema principal abordado por los dos premios Nobel de Economía que participaron de la cumbre. Edmund Phelps planteó que la “sobrerregulación” ambiental puede ser riesgosa porque puede frenar la innovación y el desarrollo. Eric Maskin presentó un mecanismo de subasta que puede utilizarse para reducir emisiones contaminantes de manera más eficiente.
Desarrollo sustentable como un negocio. Fue la máxima que atravesó toda la cumbre. Desde hace cinco años se invierte más en energías limpias que en industrias vinculadas a los combustibles fósiles. El sector privado es el responsable del 67% de la inversiones vinculadas a la reducción de las emisiones. En este sentido, los oradores destacaron el potencial que tiene Argentina en tres áreas: biocombustibles, energía eólica y energía solar. El “negocio” ambiental también está en mejorar la eficiencia, y el evento mostró varios ejemplos locales.
Una oportunidad de financiación global. El Banco Mundial, el Banco de Inversión y Comercio Exterior y el Banco Interamericano de Desarrollo mostraron varias herramientas para financiar proyectos ambientales a nivel gubernamental y privado.
La tecnología está motorizando el cambio. La innovación estuvo en el centro de la cumbre. Empresas locales como WeBee, Volt Motors, tambero.com y Kilimo mostraron cómo sus desarrollos contribuyen a mejorar el ambiente. Pero también estuvieron presentes multinacionales como Uber y Microsoft. Obama ejemplificó con el caso de la lluvia ácida a fines de la década de 1980. Luego de que el Gobierno fijara nuevas regulaciones en las emisiones, fueron las empresas innovadoras las que encontraron la solución, más rápido de lo previsto.
Hacia una educación más flexible. La escuela actual no cubre las competencias necesarias para el siglo 21. El panel educativo del que participó Hugo Juri coincidió en que se requiere un sistema educativo más flexible.
Estamos frente a un desafío colectivo. La filosofía ubuntu que transmitió Ndaba Mandela, nieto del líder sudafricano, lo resume mejor: “Yo soy porque ustedes me ayudan a ser”. La solución al cambio climático requiere una acción colectiva que comienza en la comunidad local, pero que se traslada a nivel intergubernamental. Está en el objetivo de la cumbre: formar a 300 líderes para que luego cada uno de ellos transmita el mensaje en su comunidad. Obama también destacó la importancia de movilizar la opinión pública.