Fuente: Portafolio
La semana pasada, el Gobierno de Donald Trump determinó que Argentina e Indonesia subsidian y benefician el biodiésel producido en el interior de esos países y, a modo de compensación, decidió imponer un arancel a la importación del producto de entre 50,29% y 64,17% en el caso del primero, y de 41,06% a 68,28% para el segundo. Dicha medida es retroactiva hasta 90 días.
Esto según los expertos, supone prácticamente un cierre del mercado estadounidense para el biodiésel procedente de estos países –que ocuparon el segundo y cuarto puesto entre los mayores productores en el 2016–, una situación que no es nueva y que lleva varios años golpeando a las industrias locales de diversas economías, desatando una verdadera crisis nacional en cada una de ellas.
Como explica la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, “la Unión Europea hace tres años ya les impuso medidas compensatorias por dumping y cerraron sus puertas al biodiésel de esos orígenes, luego de haberles hecho mucho daño a los productores locales. En España, por ejemplo, más del 50% de las refinerías tuvieron que cerrar. Posteriormente, enfocaron sus exportaciones a Estados Unidos y Perú con los mismos mecanismos de reducir los precios, arrebatándole el mercado a la industria nacional. En Estados Unidos se tomaron más del 20% de cuota y, en Perú directamente se tuvo que suspender la producción”.
Argentina envió en el 2016, según los datos del Departamento de Comercio estadounidense, el 95% de sus exportaciones, las cuales tuvieron un valor de más de US$1.200 millones (1,43 millones de toneladas), mientras que las ventas de Indonesia a este mercado superaron los US$260 millones (371.000 toneladas). Tanto así que las importaciones en EE. UU. desde estos orígenes se incrementaron un 464% entre 2014 y 2016.
Ahora bien, teniendo en cuenta la dinámica que ha presentado el comercio internacional de biodiésel en los últimos años, la industria nacional teme que el exceso del combustible que dejará de entrar en Estados Unidos busque nuevos mercados, y que, al igual que ocurrió con Perú, el país se convierta en uno de esos destinos en los que los productores han sido muy golpeados.
“Estos dos países ahora pretenden invadir a Colombia con sus excedentes inmensos y su biodiésel barato gracias a las prácticas irregulares. Insistimos ante el Ministerio de Comercio: ¿será necesario esperar a que nuestra industria desaparezca para tomar las medidas compensatorias o, al menos, seguir el modelo americano de las medidas provisionales?”, señala FedeBiocombustibles.
De igual forma, Tito Salcedo, gerente de BioD, el mayor productor de biodiésel en Colombia, deja claro que es muy probable que veamos ataques comerciales contra el país. “Estas medidas permiten identificar para Colombia un grave riesgo de daño al sector y ofrecen un antecedente importante para que se concedan protecciones. Si no se enfrentan esos ataques con medidas de defensa y se equilibra el campo de juego, el riesgo de que se destruya la industria en el país es muy alto, con consecuencias terribles para el empleo y la economía de las regiones en donde se produce”.
Pero no solo los productores muestran su preocupación. Desde el sector exportador, el presidente de Analdex, Javier Díaz, destaca que realmente existe una gran posibilidad de que se produzca ese impacto negativo. “Es indudable que un cierre del mercado de EE. UU. llevará a los afectados a buscar otros mercados en los cuales colocar el producto y Colombia claramente puede ser uno de ellos, principalmente cuando los precios internos son más elevados que los internacionales. Lo que podemos ver es una competencia con costos muy bajos”.
Precisamente, la situación regulatoria actual del país podría impulsar la llegada de estas importaciones desde Argentina o Indonesia. De acuerdo con el profesor de la Universidad Nacional, Raúl Ávila, “con las cuotas de participación que autorizó el Ministerio de Minas para permitir la entrada de biodiésel se puede beneficiar la llegada de estas”.
Es más, la federación de biocombustibles también criticó esta medida. “El Gobierno Nacional autorizó la importación de biodiésel sin límite alguno, con el argumento de que hay que cumplir sus compromisos ante la OMC”.
Ante esto, el problema que presenta el impulsar las protecciones que requiere la industria es que todavía no ha pasado el tiempo necesario para analizar la situación, por la medida aprobada por Trump hace tan solo una semana.
Fuentes cercanas a este proceso explican que en caso de que los empresarios identifiquen la anormalidad en las operaciones o en la importación, deben formalizar el requerimiento ante el Ministerio de Comercio, lo que iniciaría el mecanismo para verificar si realmente existe dumping o prácticas irregulares.
Cabe destacar que la producción de biodiésel con aceite de palma en Colombia asciende hoy en día a 447.768 toneladas, mientras que la capacidad instalada de las plantas en el país alcanza para generar un total de 921.000 toneladas al año.