Fuente: Pulso
Hace unos días, un estudio publicado por la ONU Medio Ambiente remeció al mercado de las finanzas sostenibles. Según esta entidad, la emisión de bonos verdes a nivel mundial se duplicó en 2016. Además, los activos basados en capitales verdes crecieron 25% entre 2014 y 2016.
Los bonos verdes son instrumento para financiar proyectos de energías limpias, mejoras medioambientales, transporte limpio, gestión de residuos y adaptación al cambio climático.
La noticia fue muy bien recibida, especialmente por los países del Hemisferio Sur como el nuestro, ya que otro estudio realizado el 2015 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo indicaba que la inversión necesaria para lograr un desarrollo sostenible en los países en desarrollo se había quedado corta, con una carencia anual de US$2,5 billones. “No seremos capaces de lograr nuestra aspiración de sostenibilidad sin que el sistema financiero global utilice su capital para alimentar la transformación”, dijo el director ejecutivo de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim.
Pocos días antes de la entrega de estas cifras, el presidente de Sofofa, Bernardo Larraín Matte, el vicepresidente de la misma entidad, Gonzalo Said, y la directora ejecutiva, María Aurora Olave, se reunían con la Presidenta Michelle Bachelet. El término “cambio climático” fue uno de los protagonistas de la conversación.
Minutos después, Larraín Matte se reunió con los máximos ejecutivos de Corporate Leaders Group Chile (iniciativa empresarial para enfrentar el cambio climático), donde acordaron tres ejes para la actual administración. Uno de ellos fue desarrollar los mercados de capitales locales para, por ejemplo, posibilitar la emisión de bonos verdes. “En el mismo sentido, nos comprometimos a empujar con más fuerza una aplicación en Chile del Dow Jones Sustainability”, comentó Larraín Matte.
Un hito importante al respecto en nuestro país ocurrió durante el primer semestre de este año. En abril, la empresa española Acciona suscribió un “préstamo verde” (green loan) de 100 millones de euros con BBVA para financiar parcialmente sus proyectos de energía fotovoltaica y eólica en Chile.
El préstamo se estructura como un instrumento verde bajo el cual la consultora medioambiental Vigeo Eiris, certificó que los proyectos fotovoltaicos y eólicos de Acciona en Chile son sostenibles, mitigan el cambio climático y contribuyen a los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS).
Según Jesús Salinas, gerente de finanzas de Acciona Energía, “para los inversionistas, invertir en bonos verdes es una garantía de que están financiando proyectos de buena calidad, con un estándar mínimo, y cuya contribución social y ambiental está más allá de una inversión en un fondo que puede ir contra sus propios intereses”, comenta Salinas.
De hecho, el informe de ONU Medio Ambiente, indica que los progresos realizados a nivel nacional, internacional y en los mercados financieros y de capitales muestran que el sistema financiero está cambiando para alinearse con los imperativos del desarrollo sostenible del siglo XXI. “El desafío ahora es aumentar rápidamente los flujos de capital hacia inversiones que apoyen nuestros objetivos de desarrollo sostenible y produzcan negocios verdes comercialmente viables para las próximas décadas”, dice Solheim.
Otra compañía bastante simbólica en este ámbito es Natura. Según la gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de esta empresa en Chile, Lucía Martínez, para que exista un mayor crecimiento de los bonos verdes a nivel local se necesita una mayor difusión sobre el problema del cambio climático y sus causas. “Ahí ayuda, por ejemplo, la iniciativa recientemente comunicada de poner el tema en la malla curricular de los colegios y la creación de la Agencia de Cambio Climático, pero además comunicar las acciones concretas que podemos hacer todos para contribuir a la adaptación a éste”, dice Martínez.
A juicio de Salinas, la primera barrera para el crecimiento de los bonos verdes a nivel local es que muchos de los proyectos no alcanzan todos los estándares socio-ambientales exigidos por estos instrumentos financieros para considerarse “green bonds”. “Además, hay factores que equilibrar, como el hecho de que la financiación en dólares es más cara para la banca local y que la legislación tampoco les favorece respecto a los grandes bancos internacionales. En el mediano plazo, con una subida contemplada de las tasas de interés del dólar, la banca local puede tener mayores oportunidades si está decidida a apostar por los bonos verdes”, asegura el ejecutivo de Acciona.
Biobancos
Por otro lado, la reciente creación del Derecho Real de Conservación y el futuro Servicio de Biodiversidad están cada vez más abriendo el interés por los “biobancos”. Esa figura permitiría aumentar el interés por los bonos verdes no sólo dentro de Chile, sino de entidades y empresas extranjeras.
Mediante la compra de créditos ambientales, las compañías cumplen sus metas de compensación y el biobanco realiza todo el trabajo en lugares que ya están analizados y certificados. En otras palabras, la compañía externaliza las compensaciones, la entidad financiera recibe sus ganancias y las áreas medioambientalmente complicadas se mejoran.
Según Maryann Ramírez, directora de The Nature Conservancy para la región Andes Sur, el interés por este tema está creciendo en Chile. “Hay mucha inversión que viene por compensaciones a través del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Qué mejor para una compañía que hace un proyecto de inversión que tener una cartera de proyectos identificados y claros con anterioridad. El problema es que aún falta identificar bien qué zonas son interesantes para realizar estas compensaciones”, comenta Ramírez.
El ejemplo mundial del G-20
Según el informe de ONU Medio Ambiente, durante el último año, los miembros del G-20 han avanzado considerablemente en una acción nacional cada vez más sistémica hacia los mercados más verdes (ver tabla).
En India, por ejemplo, la Junta de Valores y Bolsa de India emitió requisitos de divulgación para la emisión y cotización de títulos de deuda verde, mientras que en Alemania, el estado federal de Hesse anunció la intención de hacer de la ciudad de Fráncfort un centro financiero verde.
En el caso de China, en junio de 2017, el Consejo de Estado anunció cinco áreas piloto para las finanzas verdes. Siempre en este año, Francia emitió en enero un histórico bono soberano a 22 años de 7 mil millones de euros, con el fin de promover las mejores prácticas de mercado y apoyar el desarrollo del mercado de bonos verdes.