En una destartalada granja de cerdos cerca de Wuxi, en la provincia Jiangsu, China, un extranjero se baja de un taxi. La familia se sorprende: su pequeña granja queda al final de una ruta pedregosa en medio de arrozales. Rara vez llegan extranjeros en taxis pidiendo permiso para usar el baño.
BBC Mundo

El extraño era Philip Lymbery, director de un grupo activista llamado Compasión en la Producción Pecuaria Mundial (CIWF por sus siglas en inglés). No está ahí para reprenderlos por las condiciones de vida de sus cerdos, aunque son deprimentes. Los puercos están apretujadas en jaulas, sin espacio para moverse. Sin embargo, las condiciones de vida de la familia no son mucho mejores: el baño, descubre el visitante, es un hueco en el suelo entre la casa y el chiquero.

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