La fortaleza del negocio de semiconductores y pantallas compensa el coste de la retirada de los tres millones de terminales defectuosos.
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Con el fiasco del Galaxy Note 7, Samsung ha sufrido uno de los episodios más nefastos de la historia de la empresa, pero este disgusto duró muy poco, al menos en lo que a las cuentas de la empresa se refiere. El gigante surcoreano registró durante el cuarto trimestre del año pasado, en plena retirada de unos tres millones de smartphones por problemas con sus baterías, las mejores cifras de los últimos tres años. Un resultado impulsado por el negocio de los semiconductores y el de las pantallas, pero también con un segmento de teléfonos móviles que resistió el envite.

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