Si ayer se conocía la caída en las nominaciones de gas por parte de Brasil, el principal comprador del combustible, hoy se dieron a conocer los datos medios de precios hasta noviembre de 2016, confirmando la caída.
Fuente: El Pais

Según el reporte preliminar de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), los precios de exportación del gas natural a Argentina y Brasil cayeron en 43 por cientos en promedio de diciembre de 2015 a noviembre de 2016. El envío para el contrato de Energía Argentina S.A. (Enarsa) registró en diciembre de 2015 un valor de 4,89 dólares el millón de BTU (British Thermal Unit), pero el valor de esta unidad cayó a 3,93 dólares en noviembre de 2016. El valor promedio registrado hasta noviembre de 2016 fue de 3,48 dólares el millón de BTU, mientras que en 2015 el valor promedio fue 6,20 dólares; una caída de 43%. El dato es el esperado, pues el cálculo dispuesto en los contratos liga el precio que se paga por el millón de BTU a la cotización del barril West Texas Intermediate (WTI), de referencia para América Latina, en la bolsa de Nueva York.

En 2016 se alcanzó el suelo, bajando de los 30 dólares, desde que se inició la serie a mediados de 2014. Esta situación, por el contrario, hizo reaccionar a los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que hasta la fecha se negaban a reducir los cupos de producción para elevar los precios y a finales del año se logró un consenso para situarlo en una franja entre los 55 y los 60 dólares que estiman los expertos frente a la media de 45 con que se ha saldado 2016. Esa es la teoría, pues en la práctica el acuerdo de la OPEP supone el desistimiento de la estrategia de precios bajos con la que los países productores tradicionales habían decidido castigar a los que se han embarcado en las nuevas fórmulas para extraer el shale vía fracking.

El principal desarrollador de tecnología ha sido Estados Unidos y ha logrado producir incluso por debajo de los 25 dólares, por lo que la batalla ha sido perdida, más al contrario, ha incentivado más la actualización de tecnología.

Los volúmenes El “problema real” advierte el asesor general de la Gobernación de Tarija, José Luis Gandarillas, viene de los movimientos en las nominaciones de volúmenes por parte de Argentina y Brasil, que están impactando en las cuentas finales de liquidación de regalías. En el tiempo en el que han coincidido Dilma Rousseff en la presidencia de Brasil, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia, los pedidos se han mantenido estables. Brasil pedía su cupo máximo permitido en el contrato GSA, de 30,5 millones de metros cúbicos, aunque solo estuviera obligado a comprar 24. Argentina también nominó al máximo, que en aquel entonces bordeaba los 14 millones de meteos cúbicos según el calendario.

Actualmente tiene un máximo de 23 y un obligado de 19 y debe elevarse hasta los 27 para 2027. Al mismo tiempo, la demanda boliviana ha crecido hasta alcanzar los 15 millones de metros cúbicos, aunque mantiene una media de 10. La producción boliviana alcanzó un máximo este 2016, según el Ministerio de Hidrocarburos, con 61,2 millones de metros cúbicos, por lo que la demanda se encuentra en equilibrio respecto a los mínimos. Con la llegada de Michel Temer a Brasil, el país vecino ha reducido drásticamente sus nominaciones, llegando incluso a ser de 12 millones de metros cúbicos los primeros días de enero. Si bien el comprador puede equilibrar más adelante, se podría dar el caso de que Bolivia no cumpliera con el suministro si coinciden picos de demanda. Argentina, desde la llegada de Mauricio Macri y su halcón Juan José Aranguren, ex CEO de Shell Latinoamérica, también ha modificado nominaciones e incluso ha justificado en la “incapacidad” de Bolivia de abastecer el mercado un negocio tildado de “turbio” por la prensa argentina en la que contrató a precios tres veces mayores el suministro desde Chile.

Estas estrategias, unido a la ausencia de una certificación de reservas, dejan a Bolivia en inferioridad a la hora de sentarse a negociar con Brasil el nuevo contrato de exportación que sustituirá al actual que vence en 2019. Fracking y precio fijo, las incógnitas En septiembre Bolivia acogerá el Foro de Países de Exportadores de Gas, el lobby gasífero mundial que hasta el momento no ha decidido que quiere ser, pues se mantiene a expensas de las decisiones de la OPEP pese a que Rusia es la principal promotora.

En la reunión se abordarán temas que no son menores y sobre las que el Ministerio de Hidrocarburos todavía no ha emitido un posicionamiento. Hasta el momento el gas natural se comercializa siempre ligado a los precios del barril de petróleo, mientras que otros países consideran la necesidad de fijarle un precio independiente que tenga su propia libertad y fluctuación. La medida está todavía en debate y en el caso de Bolivia no hay un posicionamiento oficial al respecto. Por otro lado, la crisis de precios ha incentivado aún más el desarrollo tecnológico para la explotación del shale, oil y gas. El “temido” fracking ha pasado a ser comúnmente aceptado tanto en Europa como en Argentina y más en Estados Unidos pese a los probados daños ambientales y el impacto sobre las fuentes de agua.

En Bolivia, el extinto presidente de YPFB, Carlos Villegas, abrió la puerta para explorar con esa técnica mientras que, meses después el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana hizo una declaración pública en un acto con Gazprom en el hotel Los Parrales condenando la práctica. Hasta la fecha los planes de Sánchez en exploración han dado pocos resultados certificados, pero la ambigüedad sobre el fracking persiste. Sánchez, de ser ratificado el 23 de enero, deberá tomar posición al respecto de los temas.