El evento por excelencia del derroche consumista pierde fuelle entre los estadounidenses ante el empuje del comercio electrónico.

Un empleado prepara un cartel de precios en un Walmart en Chicago.
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Jarvis Johnson lleva dos semanas haciendo cola. Cada año, desde hace diez, monta su tenderete, con microondas incluido, a la puerta de una tienda de electrónica en Arizona. “Los pájaros más madrugadores se comen la mayor lombriz”, dice el hombre, conocido como Mr. Black Friday. Pero esta vez su plan para cazar la mejor ganga en el inicio de la temporada de compras navideñas está patrocinado.

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