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Ningún planeta del Sistema Solar mantiene una relación relativa tan importante con un satélite como lo hace la Tierra con la Luna. Tal vez los humanos tratamos de devolverle el corazón que perdió cuando se separó violentamente de nuestro mundo. El poder de atracción es enorme, fascinante. Ella, junto con el Sol, ejerce el suyo sobre la Tierra: las mareas. El lunes 14 de noviembre, pondremos de nuevo nuestros ojos en la Luna que, por lo brillante y cercana que estará, llamamos “Superluna”. Un término, por cierto, que se suma, desde hace tan solo unos cinco años, a los cientos de nombres que venimos dando a nuestro exclusivo satélite desde que fuimos capaces de observarlo. La Luna, después de todo, es de la familia.
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Ningún planeta del Sistema Solar mantiene una relación relativa tan importante con un satélite como lo hace la Tierra con la Luna. Tal vez los humanos tratamos de devolverle el corazón que perdió cuando se separó violentamente de nuestro mundo. El poder de atracción es enorme, fascinante. Ella, junto con el Sol, ejerce el suyo sobre la Tierra: las mareas. El lunes 14 de noviembre, pondremos de nuevo nuestros ojos en la Luna que, por lo brillante y cercana que estará, llamamos “Superluna”. Un término, por cierto, que se suma, desde hace tan solo unos cinco años, a los cientos de nombres que venimos dando a nuestro exclusivo satélite desde que fuimos capaces de observarlo. La Luna, después de todo, es de la familia.
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