El Gobierno y la guerrilla celebran en Cartagena el acto formal de la firma rodeados de la comunidad internacional.
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Es recurrente aludir al universo macondiano a la hora de hablar de Colombia. Muchas veces, resulta inevitable. Es el caso, por ejemplo de este lunes. Después de 52 años de guerra, cuatro de negociaciones y varios anuncios adscritos a la categoría de históricos, el presidente del Gobierno y el líder de las FARC firmarán, ante 13 jefes de Estado, casi una treintena de cancilleres y más de 2.500 invitados, el acuerdo para la terminación del conflicto armado más longevo del hemisferio occidental. En cualquier parte del mundo un momento así sería el punto de inflexión para el arranque de una nueva era. Salvo en Colombia, donde habrá que esperar una semana. El apretón de manos entre Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko, será, en definitiva, el punto álgido en la campaña por el ‘sí’ del plebiscito que deberá refrendar los acuerdos el próximo domingo. Solo entonces, se podrá pasar página en la historia.

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