TNS LATAM
La respuesta del mercado, aseguran desde Venezuela, puede contemplar una nueva maniobra para distorsionar la realidad. El pasado jueves la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en su Asamblea Ordinaria eligió nuevo secretario general. Venezuela puso toda la carne en el asador para colocar en el cargo a Alí Rodríguez, su propio candidato con el fin de imponer sus tesis de control de cuotas de producción para hacer repuntar los precios. Finalmente el elegido fue el nigeriano Mohammed Barkindo con el apoyo, precisamente, de los que apoyan las tesis contrarias.
La batalla en la OPEP El lobby petrolero nunca ha sido una taza de leche y las riñas han sido permanentes incluso cuando todos tenían el mismo objetivo: mantener el combustible fósil como el imprescindible y al precio más alto posible. Hoy, los 13 países que forman parte de la organización fundada en 1960 con el objetivo explícito de convertirse en “instrumento de defensa de los precios para evitar el despilfarro económico del petróleo que se agota sin posibilidad de renovarse” según Juan Pablo Pérez Alfonzo, ministro de Hidrocarburos de Venezuela entonces y principal impulsor, no se ponen de acuerdo y la pérdida de poder del lobby e incluso su desaparición ya se cita en los foros especializados. Los dos cocos de la OPEP son Venezuela, con las mayores reservas probadas del mundo (300.000 millones de barriles) en la Faja del Orinoco y planes para pasar de 2 millones a 4 millones de barriles por día si la coyuntura política interna y económica externa lo permiten, y Arabia Saudí, segundo en la lista de reservas con 260.000 millones de barriles pero con la mayor producción diaria, que ronda los 12 millones de barriles al día y cuya empresa estatal, Aramco, controlada por la familia real ha iniciado un proceso de privatización controvertido según señala el diario Expansión. La mayor empresa del mundo aún sin cotizar en bolsa, ha empezado una transformación que exigirá cambios sociales profundos. Además de Venezuela y Arabia, la OPEP está conformada por Ecuador e Indonesia, los países africanos de Argelia, Libia, Nigeria y Angola y los países del Golfo Irán, Irak, Kuwait, Catar y los Emiratos Árabes Unidos. Hoy la OPEP produce aproximadamente una tercera parte de los 90 millones de barriles de petróleo que se consumen cada día a nivel mundial y la tendencia es a la baja.
¿Por qué Arabia hace lo que hace? Venezuela sufre con el petróleo barato. Arabia Saudí ha decidido dinamitar su propia economía. Lluis Bassets escribía en El País la siguiente reflexión: “Sin petróleo no se entiende Arabia Saudí. No se entiende la creación y consolidación del reino y menos todavía la alianza histórica con EE UU (petróleo por protección), su papel determinante en la fijación de los precios mundiales y su peso geopolítico en Oriente Próximo. El presupuesto del Estado se nutre en un 80% de los ingresos del petróleo, que aporta un 45% del PIB y alcanza a un 90% de las exportaciones. Sin petróleo no sería el tercer país del mundo en gasto de defensa ni el primer cliente de la industria armamentística mundial. No podría sostener la guerra de Yemen, ayudar a los rebeldes sirios y proporcionar ayuda financiera al régimen del mariscal Al Sisi que tomó el poder en Egipto tras deponer al presidente Morsi” Y añade “tampoco se habría producido el movimiento de reislamización que ha sufrido todo el mundo, desde Marruecos hasta Indonesia, al amparo de las madrasas y mezquitas sufragadas durante décadas con fondos saudíes. La guerra de Afganistán contra la Unión Soviética se financió en buena parte con dinero saudí. El terrorismo no se ha financiado, que se sepa, de las arcas del petróleo, pero sin reislamización y sin muyahidines afganos, es decir, sin petróleo no habría Bin Laden ni Al Qaeda. Tampoco sin la constructora de la familia Bin Laden, la primera del país desde los tiempos de Saud y la que ha reconstruido La Meca y sus lugares santos decenas de veces - para concluir - Sin petróleo tampoco podría sostener el pulso con Irán, que en buena parte es por mantener su cuota del mercado mundial aun a costa de contribuir a la caída del precio del barril que está minando las bases de su economía. Riad se opuso al acuerdo nuclear con Irán menos por el peligro de una hipotética bomba atómica persa que por el levantamiento de las sanciones que permite a los iraníes su regreso al mercado mundial en busca de su parte del pastel petrolero”.
Damnificados El viejo pulso entre islamistas suníes (Arabia) y chiís (Irán) por controlar el discurso no es ya un simple pulso dogmático, que nunca lo fue, sino una verdadera batalla geoestratégica que ha tenido beneficiados y perjudicados. Arabia Saudí es desde siempre una aliada de los Estados Unidos, el primer consumidor del mundo con aproximadamente 20 millones de barriles al día y desde hace no muchos años, quien discute el liderazgo de la producción con la propia Arabia Saudí y el nuevo “peligro” global”, Rusia. EEUU ha llegado a producir hasta 13 millones de barriles al día mientras que Rusia ha oscilado también en esas cifras… hasta que el precio cayó. Mientras los proyectos de explotación no convencional de hidrocarburos, el shale y el fracking puesto en marcha por Estados Unidos, por mucho peligro medioambiental que reporte, se han mantenido a flote por la recurrente inversión en tecnología que le ha permitido a las empresas seguir produciendo con rentabilidad, por debajo de los 30 dólares, Rusia se ha visto obligada a frenar sus proyectos en el mar del Norte, entre otros, que no son rentables por debajo de los 60-70. La otra gran potencia beneficiada, junto a Europa y Japón, es China. El gigante asiático consume más de 10 millones de barriles al día y produce menos de cinco. La producción europea y japonesa es testimonial. La caída del petróleo ha permitido contener la anunciada recesión mundial arrastrada precisamente por la desaceleración china y que también tenía en vilo a las siempre golpeadas economías europea y nipona, algo que no sucede, por ejemplo, en Sudamérica. El Banco Mundial ha vuelto a dar advertencias catastróficas para la región. Mientras se proyecta un crecimiento del 2,4 por ciento para el contexto mundial, para América Latina se prevé una contracción del 1,3 por ciento con Brasil como peor perjudicado, con el 4,5 por ciento. La recesión continental apunta directamente al precio de las materias primas. Venezuela en el Orinoco, Brasil en el Presal y Argentina en Vaca Muerta tienen proyectos paralizados hasta que no se vuelquen los precios.
El fin de la OPEP En este contexto, las empresas transnacionales, contra las que se creó la OPEP, son las más interesadas ahora en hacer que la OPEP vuele por los aires. Así lo explicó recientemente el presidente de Repsol, Antonio Brufau, quien ha abogado por la desaparición de la OPEP “como cártel” y porque el mercado del petróleo funcione como tal, con reglas de oferta y demanda y no en función de las necesidades de precios de “unos señores”. “Creo que lo mejor que le puede pasar a este sector es que la OPEP desaparezca como cártel y que el sector funcione con reglas del mercado puras”, ha señalado Brufau en su discurso en la junta general de accionistas de la petrolera. “Nuestro dinero lo tenemos que jugar a las reglas de oferta y demanda y no a que unos señores decidan qué precios necesitan ellos para que el mundo pague y manipulen la producción”, ha añadido. Brufau destacó que el año 2015 estuvo marcado por una fuerte bajada de precios del petróleo, enmarcada en dos razones: la ralentización de la economía global y la sobreproducción existente desde que la OPEP ya no actúa como cártel dejando que “el mercado funcione como mercado”. “Nos tenemos que alegrar”, ha subrayado Brufau, que ha destacado que este mercado libre, “sin la OPEP funcionando como estabilizador de precios” favorece a empresas como Repsol.
Problemas con Brasil tras cuadrar el presupuesto
El ministro de Economía Luis Arce Catacora calculó el presupuesto de 2016 con el barril de petróleo a 45 dólares, algo que desde hace un mes y medio se viene cumpliendo lo que supuso un alivio considerable en las cuentas del Estado, que al menos no se verían trascendidas en el último semestre. Sin embargo, el nuevo Brasil ha respondido con otro movimiento geoestratégico, recortando sus nominaciones de gas en un 25 por ciento. El gobierno de Michel Temer no ha ocultado cuál será su futura agenda internacional, que pasa básicamente por alinear intereses con Estados Unidos. Su Canciller José Serra, es sin duda un duro de los alineados. En 2010 no dudó en vincular al gobierno de Evo Morales con el narcotráfico, postura que no ha rectificado. Brasil compra sostenidamente 30,5 millones de metros cúbicos de gas al día que salen desde los pozos tarijeños de San Alberto y San Antonio. En los últimos años se han firmado incluso contratos complementarios a esa cantidad. Si bien el lobby industrial paulista, principales receptores del energético, llevan años sosteniendo que el gas adquirido es caro, lo cierto es que, ya con el ducto amortizado, resulta más barato que la compra por ejemplo de gas de ultramar. El lunes, el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Guillermo Achá, reveló que por decisión de Brasil, la estatal petrolera exportó menos gas al vecino país, llegando a un promedio de 24,7 millones de metros cúbicos al día, debido a que genera su propia electricidad a través de hidroeléctricas y porque tiene la intención de reprogramar el contrato con Bolivia. “En realidad tenemos un contrato que establece un volumen mínimo de entrega y uno máximo en el que Brasil podría nominar según la necesidad que tengan. Hoy nosotros entendemos que por la generación que se está haciendo a través de sus hidroeléctricas el requerimiento es de 24,7 millones de metros cúbicos, menor al contrato, y en caso de que el escenario cambie estamos en condiciones de poder incrementar esa nominación”, explicó. Bolivia y Brasil se encuentran negociando el nuevo contrato de gas, que vencerá en 2019 y el mostrarse menos dependiente es también parte de la estrategia de negociación. En cualquier caso, en pleno invierno más duro de los últimos años, con los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina y con apenas dos meses en el cargo, parece evidente que la decisión brasilera responde más a una actitud política que económica. Es cierto que Brasil atraviesa una dura crisis y en ese sentido, reducir las importaciones siempre es positivo. El vicepresidente Álvaro García Linera ya lo advirtió en el Encuentro de Economistas del BCB en 2013. “Brasil, como imperio, siempre va a preferir guardar lo suyo y comprar lo de fuera”. Esto, con las tornas cambiadas, explicaría también la reducción del pedido.
PRECIOS Un descenso vertiginoso del crudo
En junio de 2014, el petróleo de referencia alcanzó su último máximo del ciclo, cotizando en los 108 dólares. Desde ahí empezó una vertiginosa caída, alcanzando los 28 dólares el 20 de enero de 2016 lo que supuso una pérdida del 72% del valor. Desde ahí empezó a crecer. Ayer cerró en 50,20