Juan Carlos Echeverry afirma que la filosofía del millón de barriles fue nociva porque mandó la señal de que no se podía sacrificar ninguno. Juan Carlos Echeverry, ministro de Hacienda.
Fuente: Portafolio
   
Ante los problemas que enfrenta la industria petrolera a nivel mundial, Ecopetrol se ve abocada también a afrontar inconvenientes locales como la contratación de trabajadores, de bienes y servicios, robos, cuestiones jurídicas y protestas sociales.
 
Pero la empresa ha decidido hacerles frente a todos ellos con un cambio cultural en su manera de trabajar, especialmente lo que su presidente Juan Carlos Echeverry define como ‘el sacrificio de barriles’ para lograr ese objetivo.
 
El principal directivo de la petrolera asegura que la filosofía del millón de barriles fue nociva porque mandó la señal de que no se podía sacrificar ningún barril.
 
“Lo importante es que como vamos por barriles eficientes podemos sacrificar producción. Le pedí a la junta que si teníamos que dejar de producir durante algún período para cambiar la cultura, se hiciera y así se ha hecho”, añade Echeverry.
 
¿Cuál es el problema que tienen con la contratación, como ahora en Acacías?
 
Hay un conflicto entre las agencias de empleo del municipio y la bolsa de empleo en la vereda. Hay personas que se apoderaron de las listas de gente de la región para trabajar y les cobran a los que trabajan 15 por ciento del sueldo mensual y hasta un 30 por ciento de liquidación.
 
Este año hemos tenido incidentes graves de entorno con protestas sociales y contratación de empleados, contratistas y bienes y servicios.
 
Son unos 10 conflictos que tienen que ver con una postura más firme, que la compañía ha adoptado en los últimos meses, de no dejarse presionar con intermediación laboral porque antes lo que la petrolera hacía era negociar y, en muchos casos ceder.
 
¿Y cómo lo están solucionando?
 
Con el Servicio Público de Empleo se está desbaratando ese gran negocio porque la gente ya no tiene que pertenecer a una bolsa de empleo para trabajar con nosotros. Muchas veces la intermediación es ilegal y extorsiva.
 
En algunos casos gente muy poderosa con gran poder de intimidación de otras regiones del país se apoderó de esas organizaciones locales y quieren influir en la contratación de personal, de bienes y servicios y ponen las tarifas.
 
¿Cómo se da esta situación con bienes y servicios?
 
Las veredas empoderadas presionan a los contratistas, que llegaban a cobrar hasta 48 millones de pesos mensuales por una ambulancia y tres millones de pesos por un carrotanque. Ecopetrol tenía contratadas cerca de 90 ambulancias por 45 millones de pesos, hoy solo tenemos la mitad y con el 50% del precio.
 
¿Qué tan grave es el robo de combustible y de otros bienes de la empresa?
 
El primero ha ido en aumento. Este año ya hemos encontrado en el oleoducto Caño Limón-Coveñas ocho válvulas ilícitas comparadas con las 10 de todo el año pasado, por las cuales se roban entre 700 y 1.500 barriles diarios en el sector del Catatumbo, creemos que son los pimpineros, por el cierre de la frontera.
 
En el oleoducto Trasandino, en el sur del país, este año hemos encontrado 142 válvulas, frente a las 740 del año pasado, con lo cual se pierden de 300 a 800 barriles cada día.
 
También existe el robo de cable eléctrico en los Llanos, donde lo venden hasta por 150 dólares el kilo, pero ya se han judicializado unos de los responsables. El problema no es tanto el cable, sino que la suspensión de producción puede costar hasta un millón de dólares.
 
¿Cómo ve el tema ambiental?
 
Hemos detectado que la bandera es el tema ambiental, que es efectivo y logra conmover mucho, pero por debajo van otras cosas: está la preocupación de los campesinos por el derecho a la tierra, porque una vez un campo es comercial no se le puede titular a la gente, hay grupos que no quieren que llegue el Estado o no quieren perder el control de esas zonas.
 
¿Se ha abusado de la acción popular y la consulta previa?
 
Creemos que sí. Por ejemplo, la consulta previa es un derecho de las comunidades étnicas pero hoy en día los están usando todas. Buscan una comunidad étnica, dicen no me consultó y hacen suspender la explotación de crudo.
 
¿Usted habla de un cambio de filosofía de la empresa, en qué consiste?
 
Lo fundamental es que no negociamos bajo presión y que nos relacionamos institucionalmente. Antes se negociaba casi todo, se prometía y algunas veces no se cumplía, contratábamos ejecutores que no eran buenos y se perdía credibilidad.
 
Otro es lo que llamo ‘quitar la malla’, que no es otra cosa que la compañía se relacione más con las comunidades, no solo en contratación sino en proyectos productivos, emprendimientos, que la empresa le compre a la comunidad, para que la gente vea directamente cómo la beneficia y no solo a través de regalías.
 
Una más, resolver los problemas conjuntamente y ayudar a las autoridades de esas regiones a formular y gestionar proyectos ante el Gobierno Nacional, que no se sientan solos cuando vienen a Bogotá a las entidades estatales.
 
En estos casos, la clave es una comunicación constante con las comunidades. Que la gente de las comunidades defienda la llegada de Ecopetrol a la zona.