La asamblea de accionistas designará hoy a Miguel Ángel Gutiérrez como presidente de la petrolera, aunque el nuevo CEO se conocería recién a fines de mayo. En la agenda sobresalen el recorte de gastos superfluos y un aumento en la productividad. Renovada cultura organizacional y menor incidencia en el diseño de la política energética, lo que viene.
TNS LATAM
  
Lunes, 10.45 de la mañana en Añelo, en el corazón de Vaca Muerta. La atmósfera emotiva de la despedida se percibe en la sala principal de la base de operaciones del yacimiento Loma Campana, al noreste de Neuquén capital. El propio Miguel Galuccio tropieza con la carga afectiva que le genera saludar por última vez a los más de 300 empleados que operan diariamente el principal campo no convencional de petróleo de YPF. "Hemos mejorado los niveles de producción y de reservas, pero el logro más importante es haber recuperado el orgullo de ser ypfianos", destaca con la voz ya quebrada. La escena, escondida en uno de los tantos parajes de la Patagonia donde todos los días se produce la energía que consume el país y presenciada por 3Días, condensa el clima que se vive en la mayor compañía de la Argentina: el del cierre de una etapa.
 
La incertidumbre en torno a lo que vendrá alimenta toda una serie de interrogantes. Algunos comenzarán a disiparse hoy, cuando la asamblea anual de accionistas defina las nuevas autoridades de la petrolera. Para responder preguntas de fondo habrá que ejercitar la paciencia. "Las etapas comienzan y se terminan. Es muy importante ser positivo. Hoy comienza una nueva que tiene que superadora de la que pasó", motivó Galuccio a su equipo neuquino.
 
Su salida de YPF, claro, tiene sus claroscuros. Algunos critican el nivel de endeudamiento de la petrolera y su elevado salario que nunca se hizo público, al igual que el polémico acuerdo con Chevron. Al margen de la atendible revisión del plan de negocios aplicado durante la gestión del ingeniero entrerriano, es innegable que existe hoy un sentido de pertenencia en la compañía que se potencia entre sus más de 22.000 empleados directos. Es un intangible que estuvo ausente desde mediados de los '90, durante la gestión de José Estenssoro y antes de la privatización menemista.
 
Con esa inercia, la ansiedad en la torre de Puerto Madero se percibe en el interés por conocer cuál será la nueva identidad de YPF. El silencio del presidente Mauricio Macri, que salvo por una visita a la refinería de La Plata, evitó hablar de la compañía en discursos públicos, y la versión de una empresa sobreendeudada que emanó desde usinas cercanas al ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, no hicieron más que nutrir al clima entreverado que se vive hoy. Con esas señales, lo más probable es que el camino que se inicie desemboque en una profunda reestructuración, que no sólo modifique quirúrgicamente el organigrama gerencial de la empresa, sino también su cultura organizacional.
 
Política El contexto no es el mejor. Por el contrario, con el barril anclado en u$s 40, la industria petrolera está atravesando una crisis cuyo desenlace aún no se divisa en el horizonte. YPF no es ajena a esa realidad: la petrolera puso en marcha un plan de readecuación que implicará el recorte de más de 2.000 empleos.
 
Frente a ese escenario, la asamblea de accionistas designará a Miguel Ángel Gutiérrez como presidente de YPF y hombre fuerte dentro del directorio. Ex titular de Telefónica entre 2001 y 2003 y con un amplio recorrido en el sector financiero (fue el responsable del negocio de JP Morgan para mercados emergentes), Gutiérrez será un chairman con presencia en el día a día de la empresa.
 
Pese a no tener experiencia previa en el sector de hidrocarburos, cuenta con el respaldo de hombres clave del gabinete como Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, dos ex McKinsey que coordinan el equipo económico desde la Jefatura de Gabinete. Con otros referentes del macrismo como el ministro de la Producción, Francisco 'Pancho' Cabrera, y de Transporte, Guilermo Dietrich, mantiene una relación de años.
 
Gutiérrez estará flanqueado por Daniel González, CFO de YPF, que asumirá interinamente mayores responsabilidades ejecutivas hasta que se conozca el nuevo CEO de la empresa, probablemente recién a fines de mayo o junio. González es, junto con Carlos Alfonsi, vicepresidente de Downstream, de los pocos ejecutivos de YPF que tejió un canal de acceso directo a la política. En su caso, a partir de una relación histórica con Quintana: es director de Farmacity, una de las firmas del grupo Pegasus que encabezaba el funcionario. Alfonsi construyó un vínculo con Aranguren, ex titular de Shell, en el seno del segmento de combustibles. Entre los dos manejaron durante años el negocio de las dos mayores refinadoras del mercado.
 
La consultora internacional Egon Zehnder, cuyas oficinas locales dirige Marcelo Grimoldi, lidera el proceso de búsqueda del nuevo CEO. No hay candidatos naturales. Aranguren sugirió el nombre del suyo, que será sometido a análisis al igual que otras propuestas. El ministro quiere que el elegido sea ingeniero, argentino y con expertise en la industria petrolera. Gutiérrez, que monitorea de cerca el proceso, comparte el criterio, pero podría contratar a un técnico formado en el exterior si los aspirantes locales no dan la talla.
 
Reconstruir vínculos El feeling entre la nueva conducción y la Casa Rosada se pondrá en juego en lo inmediato: el Gobierno adeuda a YPF cerca de u$s 1.500 millones en concepto de subsidios impagos a la producción de gas y petróleo. Desde la Secretaría de Finanzas, que dirige Luis Caputo, ofrecieron cubrir ese rojo mediante bonos del Tesoro (Bonar 2018 y 2024), pero tomando como referencia la cotización del dólar del año pasado. De ese modo, la petrolera debería absorber el elevado costo de la devaluación. En la torre de Puerto Madero -al igual que otras empresas perjudicadas como Pan American Energy (PAE), Total y Wintershall- se oponen.
 
Cobrar cuanto antes ese dinero es prioritario. Este año, YPF recortará sus inversiones en un 25%: su Capex será de u$s 4.500 millones contra los 6.000 del año pasado. La baja se explica por la crisis internacional del petróleo. En lo inmediato, lo que viene no es una apuesta expansiva, sino una rigurosa evaluación de los costos operativos con la mirada puesta en la eficiencia y en el recorte de gastos innecesarios. Con todo, YPF seguirá siendo el motor de la industria petrolera. Produce casi un 40% del petróleo y gas que se extrae en Argentina y su inversión cubre un 60% de los desembolsos del sector.
 
Una de las ideas germinales que baraja Gutiérrez es buscar nuevos socios para áreas secundarias que no integren el core de la compañía. Se trata, en rigor, de retomar una iniciativa que siempre estuvo latente. YPF tiene concesionados 99 bloques petroleros en todo el país, muchos de los cuales son activos relegados en la consideración del management de la empresa por tratarse de campos pequeños, sin tanto potencial geológico. Una de las posibilidades que se está explorando es asociarse o trasferir un porcentaje de esas áreas a inversores interesados en solventar su desarrollo.
 
Grandes pilares
 
La agenda del nuevo presidente de YPF se apoyará sobre tres grandes pilares: a) el fortalecimiento de un gobierno corporativo que, en la práctica, podría implicar el recambio de varios vicepresidentes del management actual, aunque quizás no en el cortísimo plazo; b) la eficiencia, con una marcado control de gestión, recortes de gastos e incremento de la productividad; y c) la creación de valor aguas abajo del segmento de upstream, en el segmento de retail y comercialización de energía. Gutiérrez es un convencido de que en YPF hay múltiples oportunidades de negocio que aún no se han usufructuado. "Unlock value", como lo definió ante ejecutivos que lo han tratado desde que asumió como director a fin de 2015.
 
Se trata de imprimirle a YPF un rebamping desde la estética y funcionamiento del mundo corporativo, en desmedro de una identidad como organización política que construyó tras la reestatización kirchnerista. Se estima, en ese sentido, que la capacidad de negociación de la petrolera con las diferentes fuerzas vivas de la sociedad política (gobernadores, sindicalistas, intendentes de localidades petroleras y líderes sociales) se verá inevitablemente reducida y se reencauzará a través de canales gubernamentales.
 
Todo hace pensar que la etapa de un CEO con amplia autonomía para tomar decisiones -como Estenssoro y, en menor medida, Miguel Galuccio- ha llegado a su fin. Lo que viene es una YPF que se seguirá destacando por su peso específico en la industria -representa casi un 36% de oferta de hidrocarburos y un 50% del mercado de combustibles-, pero no por incidir en el diseño de la política energética del Gobierno como sucedió en la administración de Cristina Kirchner. Esos menesteres se definirán en la cartera que conduce Aranguren.
 
Plan de negocios En ese marco, el upstream se reorientará hacia el mejor aprovechamiento de desarrollos de gas, el principal insumo de la matriz energética. La petrolera encargó el año pasado un trabajo a la consultora McKinsey que detectó algunos proyectos estratégicos. La producción de tight gas proveniente de yacimientos compactos y de menor permeabilidad, al igual que la optimización en yacimientos maduros y la inversión en nuevos proyectos de shale gas de Vaca Muerta, integrarán la paleta de oportunidades que buscará desarrollar la petrolera.
 
En esa línea, una de las apuestas de la nueva gestión es la creación de la Vicepresidencia de Gas y Energía, que funcionará bajo el mando de Marcos Browne, fundador de Gas Meridional, una de las mayores comercializadoras de gas del país. Su función consistirá en fundar nuevos proyectos de valor en la cadena de valor del gas y la electricidad.
 
Browne, un ingeniero egresado del ITBA que cuenta con el respaldo de algunos ejecutivos de la actual gestión (en especial de Daniel González y del propio Galuccio), buscará maximizar la rentabilidad de la petrolera en el eslabón final de la cadena mediante la firma de contratos con industrias, grandes usuarios y nuevos emprendimientos productivos. También estará a cargo de la expansión de la empresa en el negocio de generación de energía, en particular en algunos proyectos de energía renovable, como el parque eólico que prevé instalar en Manantiales Bher, un yacimiento en Chubut. Su visión coincide con la de Gutiérrez, que entiende que hay mucho valor aún no explotado en la cadena de retail que controla YPF. En ese territorio del downstream se apoyará buena parte de lo que viene para la mayor petrolera del país.