LOS TIEMPOS
Eric Platt y Elaine Moore
FINANCIAL TIMES
Eric Platt y Elaine Moore
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Después de más de una década en un estado de incertidumbre, Argentina y su nuevo presidente, el reformador Mauricio Macri, han recibido un tratamiento de “alfombra roja” de los inversores en bonos globales.
Con órdenes que alcanzan casi 70 mil millones de dólares, el país latinoamericano concluyó la más grande emisión de bonos de una economía de mercado emergente el martes de la semana pasada, con una venta de 16,5 mil millones de dólares de la deuda pública.
El entusiasmo de los prestatarios de Latinoamérica ha estado ausente durante los últimos dos años, a medida que una caída en las materias primas y la perspectiva de mayores tasas de interés en Estados Unidos mermaron el celo de los tenedores de bonos acerca de un continente que anteriormente era altamente favorecido.
La robusta demanda es aún más sorprendente dadas las dificultades económicas y la problemática historia como prestatario del país. Desde su independencia en el siglo XIX, Argentina ha incumplido con la deuda pública ocho veces, la última vez en 2014.
A pesar de una historia tan turbulenta en relación con el pago de sus deudas, la primera venta soberana de Argentina en más de 15 años proporcionó el tipo de rendimiento que fácilmente atrajo a los inversores, aplacados con la creencia de que el nuevo presidente puede transformar el destino de su país.
"Es difícil resistirse a un país que vuelve a los mercados con un rendimiento atractivo, no importa lo que haya sucedido en el pasado", dijo Gabriel Sterne de Oxford Economics. "Lo mismo sucedió con Grecia. Incluso los inversores que habían sido afectados por la reestructuración del país compraron su nueva deuda, aunque haya sido con gran aprensión".
Tan pronto como el Gobierno populista de Argentina de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue sustituido en diciembre por la administración más favorecedora de los negocios de Macri, los inversores globales fijaron su atención en Argentina como una nueva inversión potencial.
La deuda a 10 años, la cual se vendió con un rendimiento del 7,5 por ciento, se consideró lo suficientemente atractiva como para sobreponerse a los problemas económicos y al deficiente historial de pagos, sobre todo en un contexto de rendimientos de bonos negativos en Japón y Europa. A medida que la escala de las órdenes aumentó, Argentina agresivamente endureció los términos.
Y aunque JPMorgan aún no ha dicho si los nuevos bonos se incluirán en su influyente índice de bonos del Gobierno de los mercados emergentes, los inversores tienen enormes expectativas. La inclusión representaría nuevos compradores del universo de fondos índice de inversión pasiva.
Para el momento en el que los bancos emisores habían cerrado sus libros de la venta, casi 750 cuentas se habían colocado en un total combinado de 2.000 pedidos para los cuatro vencimientos de los bonos. Con todo esto, Argentina fue capaz de solicitar préstamos a tasas de interés significativamente más bajas que los países de mercados emergentes con calificaciones de crédito similares, según Barclays. Los nuevos bonos también se valoraron con un rendimiento por debajo del de El Salvador, el cual tiene una calificación crediticia más alta.
El rendimiento medio de los bonos a cinco años emitidos por prestatarios comparables es de 7,51 por ciento, mientras que Argentina vendió sus bonos a cinco años con un rendimiento del 6,875 por ciento.
Los bonos a 30 años se valoraron con un rendimiento del 8 por ciento, con un descuento de 95,76 centavos por dólar, una disminución del rendimiento de 8,85 por ciento inicialmente indicado.
Los compradores estadounidenses se consideraban la base de las transacciones, pero los compradores se extendieron más allá de los fondos de mercados emergentes dedicados, con carteras de alto rendimiento estadounidenses e inversores con dificultades participando en la oferta, según lo indicado por un banquero involucrado en la venta.
También hubo una extremadamente "sólida participación" por parte de los fondos de seguros, de los fondos de cobertura y de los fondos de pensiones, así como de "unos cuantos" fondos soberanos que compraron la nueva deuda argentina. Europa y Latinoamérica también mostraron una "fuerte demanda", agregó el banquero.
El reto económico que enfrenta Argentina sigue siendo abrumador. El nuevo Gobierno de Buenos Aires ha estado en el poder durante menos de seis meses y se enfrenta a una larga lista de problemas, incluyendo una inflación del 35 por ciento y una profunda recesión en Brasil, su mayor socio comercial.
Las reformas que Macri ha puesto en marcha para hacerles frente a estos problemas (incluyendo el cambio flotante del peso para volver las exportaciones más competitivas y la reducción de subvenciones de la electricidad, del agua, del gas y del transporte) han sido dolorosas para los ciudadanos.
Tal y como lo expresó Sean Newman, un administrador de fondos de Invesco que compró los bonos: "Ahora comienza el verdadero trabajo".
El Gobierno espera que el regreso a los mercados de capitales dé lugar a un aumento de la inversión extranjera y a una fuente de nuevas ofertas por parte de las empresas nacionales utilizando la nueva deuda como punto de referencia para fijar el precio de sus propios bonos.
Dennis Eisele, director encargado del sindicato de mercados emergentes de Deutsche Bank, opinó que la venta de la deuda de Argentina "abrirá el camino para que algunas" de las compañías de mayor calidad del país sigan el ejemplo.
La cuestión es si esta inversión llegara a tiempo.
"Para Argentina es fácil estar de moda en este momento", declaró Mike Conelius, un gestor de cartera de T Rowe Price. "La preocupación a más largo plazo es si las políticas se interponen en el camino de las reformas más significativas que tienen que llevarse a cabo".
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