Fuente: El Financiero
Por si nos hicieran falta más complicaciones, en la reunión semestral del FMI y el Banco Mundial que ayer arrancó en Washington, queda claro que el panorama internacional se complica más.
El dato central que salta en las discusiones es que la economía mundial va a crecer menos de lo previsto.
Para este año su crecimiento será de 3.2 por ciento en lugar del 3.4 por ciento previsto en octubre del año pasado.
Dos décimas de punto porcentual parecen ser insignificantes, pero equivalen a 147 mil millones de dólares menos de producción.
La reducción de la expectativa de crecimiento es casi generalizada. Para México, la estimación es que la tasa sea de 2.4 por ciento en lugar del 2.6 por ciento que antes esperaba el FMI.
Sólo para el registro y no para que sirva de consuelo, hay que hacer notar que América Latina en su conjunto no sólo crecerá menos sino que incluso tendrá un retroceso de 0.5 por ciento este año, empujada por la caída de 3.8 por ciento de Brasil.
Vamos ahora con las no tan malas.
Pareciera que finalmente ya se tocó fondo en la caída de los precios del crudo. Más allá de que haya volatilidad en el mercado, los pronósticos del gobierno norteamericano indican un ligero recorte en la producción de Estados Unidos para 2017 y el acuerdo para congelar la producción de Rusia y Arabia Saudita, parece hacerse efectivo.
Los árabes han reaccionado al recorte de la calificación impuesto a la deuda soberana saudí por parte de la calificadora Fitch Ratings y ahora sí pareciera que van en serio a mover los hilos para que el precio suba.
La noticia es positiva para México, pero para aprovecharla, hará falta el esperado anuncio de los apoyos a Pemex.
El lunes pasado, el INEGI dio a conocer los datos de la producción industrial al mes de febrero.
En el primer bimestre, la industria mexicana creció en 1.15 por ciento a tasa anual, pero la extracción de petróleo cayó en promedio en 1.7 por ciento en el mismo lapso.
Por la propia estrategia de Pemex, de priorizar sus actividades rentables, sabemos que en el corto plazo el volumen de producción no va a repuntar, por lo que su desempeño dependerá de los precios internacionales.
El reto que tiene la petrolera mexicana será ser convincente respecto al esquema de respaldo por parte del gobierno federal, no sólo por los montos sino por las implicaciones que ello tenga para la transformación de Pemex.
Si se percibe que el impacto será transitorio y no estructural, entonces pudiéramos esperar en el futuro una nueva baja de calificación de la deuda, adicional para Pemex y efectiva para el gobierno federal.
Si se logra convencer a los inversionistas de que las medidas apuntan a un cambio de fondo, entonces confirmaremos que en medio del complejo entorno mundial que se discute esta semana en Washington, México será de los países que mejor libren la tormenta.