Fuente: Semana
Los errores que se han cometido son múltiples. He aquí algunos.
1. Mala planificación para el corto, mediano y largo plazo por parte de la Unidad de Planeación Minero-Energética-UPME, el Ministerio de Minas y Energía y el Departamento Nacional de Planeación-DNP
¿Nunca previeron nada o cerraron los ojos?
Desde 2014 ya se conocían predicciones de las entidades mundiales encargadas de efectuar análisis climáticos que hablaban de un Niño en 2015 y 2016, predicciones que deberían haberse involucrado en los modelos de oferta y demanda de energía eléctrica. ¿Se hicieron?
No se aprendió de la experiencia de los años 1992-1993 en que se dieron dos inviernos seguidos como veranos, un acontecimiento que nunca había ocurrido en el siglo XX y que cogió de sorpresa al sector.
2. Pésima planeación de la mezcla de tecnologías de generación que llevó a una excesiva concentración en térmicas de gas e hidroeléctricas, olvidándose de otras posibilidades como térmicas de carbón y energías renovables.
3. Pésimas subastas de la Comisión de Regulación de Energía y Gas-CREG para definir la satisfacción del margen de confiabilidad al permitir plantas de reserva de gas-natural-diesel, sin tener en cuenta la disponibilidad del gas y los costos del diesel para generar.
4. Equivocada proyección o sobrestimación de la oferta de gas natural. Desde 2002, pasada la euforia de las turbogases, los análisis hacia el largo plazo mostraban que si no se hacían nuevos descubrimientos en 2015-2016 se tendría escasez interna de este energético. Da la impresión que nadie en la UPME y el sector eléctrico hizo un seguimiento serio de este aspecto.
5. No se le ha dado ninguna importancia a la eficiencia energética en la planeación del sector ni al desarrollo de fuentes nuevas y renovables de energía como las solar, eólica y biomasa. Cuentan que un director de la UPME comentaba que eso era un asunto que decidía el mercado.
6. Se olvidaron que Colombia es rica en carbón y que podrían desarrollarse térmicas de carbón, pero primó más la idea de que estas plantas son muy dañinas para el medio ambiente y que había que acomodarse a la oposición a las mismas en Europa. Los europeos hicieron la revolución industrial con el carbón y lo utilizaron durante más de 200 años y hoy no lo utilizan porque las minas son anticuadas y muy costosas, además de estar agotadas.
7. Desregularon los precios del gas natural cuando la oferta es oligopólica, con fuerte tendencia al monopolio por Ecopetrol, rompiendo con la discusión que se dio a comienzos del siglo XXI sobre el tema y en que se decidió mantener los precios regulados. Se partió de la idea que al desregular los precios aparecería como milagro el gas natural.
8. Excesiva creencia en que el mercado todo lo resuelve: define que tecnología utilizar, si se hace eficiencia energética, si se desarrollan las fuentes nuevas y renovales, si se hace autogeneración o cogeneración.
9. Política tarifaria equivocada que se ha reflejado en precios de la energía eléctrica crecientes en términos reales y muy altas con perjuicio pára los hogares y los costos del sector productivo.
10. Peligro de cooptación por las empresas, de la UPME, la CREG, el Ministerio de Minas y Energía, el DNP, la Superintendencia de Servicios Público, XM, y el Comité de Seguimiento del Mercado, integrados por tecnócratas con una orientación neoliberal. En los organismos de regulación y control creados por las leyes 192 y 193, los usuarios no tienen ningún poder y los miembros de estas instituciones no tienen límite de años para trabajar. Varios de los reguladores actuales tienen más de diez años de trabajo en la CREG, lo cual es inconveniente porque crea lazos con los regulados.
Cuando el sector eléctrico era público, antes de las reformas de 1994, Interconexión Eléctrica S.A-ISA era una empresa de generación y transmisión muy bien manejada. Se subdividió sin razones claras, sino ideológicas, creándose Isagen, para la generación, e ISA para la transmisión y operación del sistema. En ISA existía un equipo muy competente que llevaba a cabo la planificación de la generación, la transmisión, la distribución y las subestaciones, que manejaba escenarios de corto, mediano y largo plazo, simulando diferentes alternativas hidrológicas según diferentes mezclas de tecnologías, todo dentro del criterio de desarrollar un sistema eléctrico de mínimo costo.
Todo esto fue destruido por las reformas neoliberales de 1994 y se pasaron estas funciones a la UPME que no tenía ni tiene hoy ninguna experiencia ni personal calificado. Se acabó la planeación energética obligatoria y se pasó a una indicativa, en un sistema en que se pueden cometer errores ya que todo se deja al mercado.
En conclusión, el sector no era la maravilla que pintaban sus defensores. Había muchas fallas que explotaron desde 2015 así como la crisis mundial de 2007-2008, llamada la Gran Recesión, mostró que el sector financiero explotó cuando sus defensores decían que era perfecto y que no era posible que ocurrieran fallas porque el mercado se autoregulaba solo. Igual ha pasado con el sector eléctrico colombiano, y más allá, con el sector energético en su totalidad.
Hay que producir un revolcón en el sector. El gobierno debería conformar una comisión de expertos, diferentes a los que han venido manejado el sector desde 1994 o que lo han inspirado y defendido, integrado por expertos con diferentes mentalidades y posiciones teóricas para llevar a cabo una reforma drástica de este sector y evitar problemas en el futuro, teniendo en cuenta que estamos en un ambiente de mercado incierto y con una hidrología difícil de predecir, que sabemos que es cambiante, y que el mercado no resuelve todo.