Las obras para ampliar la capacidad de la represa un 9 por ciento avanzan 24x7. El saldo millonario a favor con el Estado y el impacto de la bajante del Paraná.
La isla de Yacyretá es un territorio de jurisdicción binacional, compartido entre Argentina y Paraguay. Sobre la ruta internacional 120, un edificio de concreto macizo con muros de tres metros de espesor esconde en su subsuelo las 20 turbinas Kaplan que en condiciones óptimas pueden generar 3100 MW de potencia al sistema interconectado nacional. A la derecha del imponente edificio, se ubica el lago de 200 kilómetros de extensión que alimenta a la Central Hidroeléctrica que se encuentra en plena expansión: las obras en el brazo Aña Cuá prevén la ampliación de la potencia energética del gigante en un 9 por ciento de su capacidad.

La puerta de entrada de esta obra de ingeniería está ahora sobre la cota 83, tal como se preveía en su diseño original. A medida que se desciende, se llega a la sala de control, sobre la cota 64. El eje central de rotación está sobre la cota 50. Letra P ingresó al corazón de Yacyretá, hasta el mismo lugar donde una compuerta de concreto frena el ingreso del agua que permitirá generar energía.

Yacyreta, con sus 500 trabajadores y trabajadoras, tiene vida. A pesar de las complicaciones generadas por la bajante histórica del río Paraná, sigue generando energía eléctrica y continúan las obras para ampliar su capacidad en un 9 por ciento (de mínima) sobre el brazo de Aña Curá (Cueva del Diablo, en guaraní).

China cortó el chorro y las represas santacruceñas esperan el auxilio de Guzmán También podés leer

China cortó el chorro y las represas santacruceñas esperan el auxilio de Guzmán Esta es la Central Hidroeléctrica más grande del país, con una capacidad de generación de 3100 MW, seguida por la central Salto Grande (1890 MW), Piedra del Aguila (1440 MW), El Chocón (1200), Alicurá (1050 MW), Futaleufú (560 MW), Planicie Banderita (450 MW) y Pichi Picún Leufú (285 MW). También lo seguirá siendo una vez que se finalicen las dos represas sobre el río Santa Cruz.

El ir y venir de trabajadores y trabajadoras de Argentina, Paraguay e incluso de Colombia, Brasil o Italia no se detuvo a pesar de la pandemia y los diferentes protocolos y campañas de vacunación a ambos lados de la frontera. Lo que sí sucedió fue una bajante histórica del Río Paraná: Yacyretá genera hoy un 50 por ciento de su capacidad normal. De 20 turbinas, solo 12 están en funcionamiento.

“Esta situación comenzó a percibirse en 2015 o 2016 pero el punto crítico es el actual. No se esperan mejorías en los próximos tres meses. Pero esto se debe a una cuestión climática, falta de lluvias sobre todo en Brasil. Hoy facturamos 30 millones de dólares mensuales, cuando lo normal deberían ser 65 millones”, explica Ignacio Barrios Arrechea, director Ejecutivo por la Argentina.

No es un tema menor para una Central que depende sí o sí del caudal de un río que no maneja. “En Brasil hay antecedentes de sequías en los últimos 90 años. El famoso apagón de 2001 fue por una situación hídrica extrema. Después, en 2014 los grandes reservorios de San Pablo se quedaron prácticamente sin agua. Recién ahora, con más de 100 años de registros, se están empezando a detectar posibles tendencias de largo plazo. Pero no están muy claras las causas de esos ciclos. Sí las consecuencias”, afirma Marcelo Cardelli, jefe del Departamento Técnico.

Saldos a favor La energía que genera la empresa pertenece un 50 por ciento a cada país, pero Paraguay colma sus necesidades desde Itaipú (Piedra que suena, en guaraní), la central binacional que comparte con Brasil. Por eso a la Argentina llega el 90 por ciento de lo que se genera, que es adquirido por IEASA que a su vez la entrega a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa).

El sistema eléctrico argentino pende de un hilo presupuestario. Las distribuidoras del país apalancan deudas con Cammesa para financiarse, y ésta no puede pagarle a IEASA por la energía que compra. Es un círculo imperfecto. Con Yacyretá pasa algo similar pero diferente al mismo tiempo.

La empresa le vende la energía al Estado nacional que es abonada por Cammesa a los 90 días de facturación, mientras que el saldo atraviesa una serie de auditorías que demandan 30 meses hasta que se empieza a pagar. Tanto Paraguay como la Argentina mantienen una deuda histórica (o saldo a favor de la compañía) de 4350 millones de dólares, de los cuales 3900 corresponden a la Argentina y el resto al país vecino.

“Con la bajante del río, es muy probable que con la actual facturación no se cubran las necesidades del año siguiente. Estaríamos en un punto de inflexión si no fuera por el saldo que nos reconoce la Secretaría de Energía”, explica Germán Noguera, secretario argentino del Comité Ejecutivo. La empresa le pide al Estado argentino el saldo a favor (o deuda) del 2018, que serían cerca de 600 millones de dólares. “Con eso completamos sin inconveniente nuestra operación del próximo año, aunque facturásemos cero pesos”, agrega Barrios Arrechea. Para este año, el requerimiento de fondos, que salen de ese saldo a favor, fue de 500 millones.

Cueva del Diablo El brazo de Aña Cuá tiene un caudal constante de 1000 metros cúbicos. Ese fue el compromiso al momento en que ambos estados firmaron el tratado para crear Yacyretá. En la década del 70 se empezó a pensar en cómo convertir también ese caudal en energía. En 2019 comenzó la obra que le aportará a la Central 270 MW constantes, un 9 por ciento más de generación si la empresa estuviese funcionando al cien por ciento. Pero en las condiciones actuales del río Paraná, esa potencia podría llegar a significar un 20 por ciento.

La obra total fue presupuestada en 400 millones de dólares y ya se concretaron 5 licitaciones (la obra civil, la construcción de las turbinas, la consultoría en ingeniería, los servicios de inspección, transferencia de peces). La licitación que resta cerrar es la construcción de una línea de 500 Kv que vinculará lo generado en Aña Cuá con Yacyretá. El responsable de esta obra es Fabián Ríos, candidato a gobernador de Corrientes por el Frente de Todos en los comicios provinciales del 29 de agosto próximo.

A 15 kilómetros de la cota 83, las máquinas excavadoras operan las 24 horas. Actualmente son 500 trabajadores directos que llegarán a 900 en el momento pico de los trabajos, previstos para el próximo año. La obra debería finalizarse en 2024. Para el año que viene, los requerimientos económicos reclamados al Estado nacional ascienden a los 170 millones de dólares, que deberían salir de ese saldo a favor de 3900 millones. Una vez que esté funcionando, Aña Cuá podría facturar 6 millones de dólares por mes.

Fuente: Letra P