La transición a una economía baja en carbono ha impulsado cambios en la industria energética de todo el mundo. Por este motivo, el sector Oil & Gas ha estado cada vez más expuesto a debates sobre la transición energética a la luz de la sostenibilidad, visto principalmente desde la perspectiva de criterios ambientales, sociales y de gobernanza, o ESG (Environmental, Social and Governance).

Aunque el tema de la economía baja en carbono ha sido ampliamente discutido desde Eco92 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo - 1992) y que la comunidad internacional, en las últimas décadas, ha contraído compromisos positivos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, como el Protocolo de Kioto (1997) y Acuerdo de París (2015), hay nuevos matices en el debate, especialmente en lo que respecta a la regulación de los mecanismos de compensación y comercio de carbono, la Agenda 2030 (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y el creciente interés por los criterios ASG por parte de inversores y sociedad.

Desde 2020, la agenda se ha dirigido a la adopción de compromisos positivos por parte de las empresas. Uno de los impulsos fue la publicación, en enero de 2020, de la Carta de Larry Fink, CEO de BlackRock, que reconocía el cambio climático como un factor decisivo en la actividad económica a largo plazo y traía la urgencia de un cambio estructural en las finanzas para entender los cambios. como riesgo de inversión. Además de la reflexión, BlackRock ha establecido una tendencia al colocar la sostenibilidad en el centro de la decisión de inversión.

La adopción de criterios ASG, por tanto, puede ser vista como una oportunidad por las empresas del sector Oil & Gas, ya que estos criterios se reflejan en la planificación empresarial y ayudan en la identificación, gestión y mitigación adecuada de los riesgos inherentes a la actividad. de manera interseccional y adecuada a la realidad de la empresa, la forma en que realiza sus negocios y los lugares y comunidades donde opera. De esta forma, permite una mayor resiliencia del negocio al tiempo que promueve la adaptación a las tendencias del mercado.

Para los próximos cinco años, especialmente debido al contexto pospandémico de Covid-19, el Foro Económico Mundial señala desafíos como el aumento de eventos climáticos extremos, estancamiento económico prolongado, choques en los precios de las materias primas, entre otros, que aún requerirán más resiliencia de las empresas y un enfoque más interdisciplinario e innovador. Asimismo, según S&P, los principales riesgos ASG en la industria del Oil & Gas van de la mano con la transición energética, dado el mayor apetito del mercado y el interés de los reguladores por la economía baja en carbono, lo que hace que estos grupos de interés estén más atentos a los aspectos socio- Actividad de riesgos e impactos ambientales.

Estos riesgos se suman a los desafíos tradicionales de la industria, resultando en la complejización y expansión de temas de interés para el sector, y no una mera sustitución. La necesidad de innovación tecnológica para resolver la creciente complejidad de las operaciones, las disputas sociales derivadas de la implementación de infraestructura, las fluctuaciones de precios en el mercado y la demanda de mayor transparencia son desafíos tradicionales que también se pueden abordar desde una perspectiva ASG.

El camino ESG ciertamente no es simple, pero, además de la claridad sobre las debilidades y fortalezas de la compañía, a largo plazo presenta ventajas competitivas relevantes: en 2020, el 81% de las empresas que cotizan en índices sostenibles obtuvieron mejores resultados de lo esperado en relación a la referencia de índices, según una investigación de BlackRock.

Esto se debe a que las métricas ESG tienen como objetivo contemplar a todos los grupos de interés de manera equitativa, combinando el desempeño financiero y la seguridad de la inversión con la adecuada gestión del impacto ambiental, la mejora continua de las condiciones de trabajo, atendiendo las inquietudes de las comunidades impactadas, así como una buena operatividad. rendimiento y adaptabilidad. En este escenario, parece incuestionable, por tanto, que las empresas que estructuran e implementan eficazmente un proceso de integración ESG serio y efectivo prosperarán en el mediano y largo plazo.

Sobre los autores:

Antonio Augusto Reis es socio de Mattos Filho. Es abogado de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio) y una maestría en Derecho Ambiental (LL.M) de la Facultad de Derecho de la Universidad Pace (EE. UU.), El abogado trabaja en las áreas de Medio Ambiente, Litigio y Arbitraje y ESG en temas relacionados con consultoría y litigio ambiental, operaciones de M&A, auditorías, estructuración de proyectos, procesos de licenciamiento ambiental, consultas y opiniones en general.

Adriana Moura Mattos es abogada del bufete Mattos Filho. Licenciada en Derecho por la Universidad Federal de Bahía y magíster en Gestión y Políticas Públicas por la FGV, la abogada trabaja en las áreas de ESG y Organizaciones de la Sociedad Civil, Empresa Social y Derechos Humanos.

Gabriela Trovões Cabral es abogada en Mattos Filho. Licenciada en Derecho por la Universidade Presbiteriana Mackenzie, la abogada trabaja en las áreas de ESG y Medio Ambiente.

Fuente: TN Petróleo