El sector es uno de los más golpeados. Los talleres cerraron y varias personas se quedaron sin fuente de ingresos. Piden apoyo del Estado. Peligran 5.000 unidades productivas en Santa Cruz.
EL DEBER

Aislado y trabajando en soledad, así pasa los días de cuarentena, Rolando Alcón. Él es un pequeño textilero, y si bien no se contagió de coronavirus asegura que lo que se vienen para él es mucho peor que esta enfermedad: la quiebra. “No sé cómo voy a poder sobrevivir tantos días parado”, dijo.

“Estoy terminando de usar unas telas que tenía. Me estoy deshaciendo de lo último que tengo, para poder unas blusas y poleras cuando pase todo esto”, aseguró.

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