Sin duda entre ellos, destaca la explotación del petróleo y gas no convencional, especialmente el situado en Vaca Muerta. 
Fuente: Clarin
  
Hace unos días atrás Guillermo Calvo consultado acerca las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Alberto Fernández, señalaba con respecto a los derechos de exportación y los nuevos aumentos de porcentajes, que si bien reconocía que frente a un país en situación de enfermo casi terminal como la Argentina, eran imprescindibles estos gravámenes, al mismo tiempo era necesario pensar en actividades con régimen fiscal de “free trade areas” para impulsar las exportaciones y las inversiones y salir definitivamente del endeudamiento externo El destacado economista de la Universidad de Columbia se refería al aliento de aquellos recursos potenciales, que podrían en un período relativamente corto de tiempo modificar la situación argentina.

Sin duda entre ellos, destaca la explotación del petróleo y gas no convencional, especialmente el situado en Vaca Muerta. Si bien lo que se produce en la actualidad de shale y tight petróleo y gas han permitido eliminar casi totalmente el déficit de la balanza energética, las cifras alcanzadas casi 100.000 barriles/día y 60 millones m3/día respectivamente para ambos hidrocarburos, están lejos de lo que implicaría pegar un verdadero salto adelante y seguir los pasos del fracking norteamericano, que lo ha posicionado como el primer productor mundial de petróleo y en exportador de gas natural licuado Si a la fecha hubiéramos seguido el ritmo de inversiones de ese país, estaríamos en 500 mil barriles por día y entre 120 y 150 millones de m3/día de gas y por lo tanto sólo en petróleo exportaríamos unos 10 mil millones de dólares y con GNL llegando al mercado asiático, con otros 3.000 mil millones . Sólo explotamos el 4 % de su superficie, llegar al 15 % representaría alcanzar esas metas, sería una verdadera proeza Esto implicaría perforar 800/1000 pozos/ año, alrededor de 5 veces más que lo actual y un incremento de las inversiones, en este rubro, de unos 12 mil millones de dólares adicionales anuales. Esto significaría aprobar y poner en vigencia, un marco legal especial de largo plazo, con un tratamiento fiscal similar al que rige en los EEUU, con protección de las inversiones, libre disponibilidad de las divisas generadas y ausencia de trabas al comercio exterior (este paquete sería asimilable al “free trade area “enunciado por Guillermo Calvo) Hay un aspecto esencial que debería agregarse, que sería la emisión de una o varias series de bonos para acreedores de la deuda argentina, que tengan interés en participar en este negocio, que es eminentemente financiero , que puedan integrar un fideicomiso con una o mas empresas productoras del shale y estos acreedores/inversores tendrían un renta mínima asegurada y una remuneración a riesgo acorde a los resultados por ejemplo, de la explotación de shale petrolero. La elección del petróleo no es casual, es el de más rápido desarrollo porque resulta menos dependiente que el gas, de grandes obras de infraestructura para la exportación, el que a su vez requiere la formalización de convenios por extensos períodos para asegurar el repago de las inversiones.

Dicho en otras palabras, excedentes de petróleo sobre el consumo del mercado interno, son de inmediata exportación Además, así como se prevé a corto plazo un indispensable reemplazo del carbón por ser el mayor combustible contaminante; para el petróleo si bien en las proyecciones su utilización se la considera hasta el año 2050, las consecuencias del cambio climático se hacen cada vez más notables y los movimientos ecologistas con fuerte presencia juvenil crecen incesantemente, los que puede incidir mas y más en la opinión pública. Lo ocurrido recientemente en Mendoza, con la nueva ley minera conviene tenerlo en cuenta; lo peor sería sólo pensar en “business as usual” y creer que para el proyecto Vaca Muerta hay decenas de años por delante, cuanto quizás estemos ya en una cuenta regresiva. Lo cierto es que VM es un proyecto altamente positivo para la Argentina, un inductor de inversiones, tecnología y de desarrollo de pymes de bienes y servicios, que aumenta las exportaciones, mejora la balanza de pagos, crea empleo, que abaratará los costos de la energía a medida que se produzca más gas y propenderá al desarrollo petroquímico, sustituyendo importaciones de fertilizantes y agroquímicos y generará a su vez mayores ingresos fiscales. Pero para su maduración requiere indefectiblemente de reglas claras y estables, un sólido marco institucional, ya que de otra manera será simplemente una distopía el pensar que lluevan inversiones del orden de los 15 mil millones de dólares mínimo anuales para este objetivo. Recordando además que cuanto más rápido se ponga la casa en orden mejor será para lograrlo. Ojalá así resulte.