Las autoridades hicieron ayer un recorrido por la planta de licuefacción. Una auditoría internacional revela que la construcción fue deficiente.
Fuente: El Comercio

La planta de Licuefacción de Gas Natural de Bajo Alto necesita 12 obras de remediación. Estas medidas deben realizarse para garantizar una operación segura, eficaz y eficiente del proyecto, que hoy funciona al 50% de su capacidad. Los costos estimados para estos trabajos ascienden a USD 19,1 millones, con un plazo de implementación de un año, que implicaría paralizar la planta 150 días (cinco meses). Los dos trabajos más costosos son instalar generadores a gas para abastecer de energía a la planta, por un costo de USD 8,9 millones; y las nuevas cimentaciones del terreno, que demandan otros 6,9 millones.

Una evaluación efectuada con soporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) concluyó que la especificación técnica de la licitación no tomó en cuenta todas las variables necesarias para el proyecto, por lo que el diseño de la constructora Ros Roca Indox ­Cryo Energy “fue inadecuado e incompleto”. Adicionalmente, la construcción fue incompleta y muy deficiente debido a que no se tuvieron en cuenta las características geológicas del suelo. Por ello, se concluye el incumplimiento del Código y de los estándares internacionales, mal diseño y ejecución de rellenos y cimentaciones. La planta con capacidad para 200 toneladas métricas-día (TMD) se levanta en la comuna pesquera de Bajo Alto, ubicada a pocos metros del mar en la parroquia Tendales, del cantón El Guabo, en El Oro. El gas que se produce aquí se distribuye a unas diez industrias ubicadas en Azuay, principalmente, y Guayas. La decisión de las reparaciones debe ir de la mano con el aumento de la producción de gas natural que debe recibir la planta para procesar.

Ahora solo recibe 30 millones de pies cúbicos, de los 50 millones que se esperaban. “Las reparaciones no son la solución; tiene que ser parte de un plan integral”, señaló ayer el gerente de Petroecuador, Pablo Flores, en una visita a la planta. Dijo que se analiza importar gas natural de Perú o hacer operaciones directamente en ese país para el abastecimiento. Según el informe internacional, existe un sobreprecio en la obra de más del 30% entre lo planteado en los pliegos de la licitación y lo finalmente pagado antes de las remediaciones. Incluyendo ese último rubro, fiscalizaciones y compra de nuevos equipos, el sobrecosto representa hasta un 80% del presupuesto inicial, de USD 40,1 millones. El monto pagado, el contrato principal, las ampliaciones y las remediaciones del 2015 suman 72,5 millones, sin considerar los arreglos sugeridos y la búsqueda de fuentes de materia prima.

El complejo se levanta a 25 km de la carretera que conecta Guayaquil con Machala. Para llegar se atraviesa la zona bananera de El Guabo, el segundo cantón más productivo de El Oro, y luego camaroneras. Ángel Banchón, presidente saliente de la comuna, dice que la planta no ha llevado desarrollo a la población, de 2 500 habitantes, que depende de la pesca y del turismo.

El terreno es altamente pantanoso por su cercanía a la zona del manglar y al brazo de mar del archipiélago de Jambelí. Los hundimientos en la obra se registraron desde el 2013 y dos años más tarde se realizaron remediaciones. Actualmente, el 60% de las 4 hectáreas donde se instala la planta registra hundimientos. Tres son las zonas más críticas. El área de almacenamiento, donde están seis tanques de 200 m³ cada uno, se ha hundido entre 30 y 40 centímetros, pero lo grave es que ocasionaron el rompimiento de las tuberías de interconexión que se asientan en una loza, la cual tiene ranuras de hasta un metro. En la planta de licuefacción y zona de filtrado y en la planta de nitrógeno hay hundimientos de 60 y 70 cm. El gerente de Transporte de Petrocomercial, Jhon Ochoa, dijo que se han instalado sistemas de monitoreo satelital para medir la velocidad de los hundimientos.

Para el viceministro de Hidrocarburos, Patricio Larrea, “se han hecho barbaridades”, ya que no hubo estudios técnicos y se construyó la planta “con meras expectativas”. Según la auditoría internacional, en el diseño inicial de la planta el suministro de electricidad debía hacerse con motores que consumen gas de rechazo o el propio gas que se licúa.

Pero se instalaron generadores a diésel reacondicionados para trabajar con gas. Actualmente ya no funcionan. Ahora están amontonados en lo que se llama ‘el cementerio’ y no habían podido disponer de ellos por un litigio judicial. Como alternativa, se diseñó y construyó una subes­tación eléctrica que se alimenta del Sistema Nacional Interconectado. Lo anterior representa una “planilla millonaria”, pero además no es confiable por las caídas en el suministro de energía. Por eso, la solución es instalar generadores a gas y un sistema (relés) de transferencia rápida, como sistema de respaldo. Así también se aprovecharía el rechazo de la licuefacción actual que se pierde a través de la tea.