Lunes, 02 Octubre 2017

10 AÑOS

Opinión de la presidenta de la CBHE, Claudia Cronenbold en la edición 110 de la Revista Petróleo & Gas.
REVISTA PETROLEO & GAS
En agosto de 2008 al comenzar la aventura de organizar el Congreso y la feria Internacional Bolivia Gas y Energía, lo hacíamos tratando de encontrar un horizonte certero para los grandes cambios que estaban ocurriendo. Por un lado la Nacionalización y el cambio de la ley de hidrocarburos, y por otro, a nivel internacional la enorme incertidumbre por el estallido de la crisis financiera de repercusiones globales ese mismo año.
En una coincidencia favorable para la industria, un mes antes, el 7 de julio del 2008, el precio del crudo WTI llegaba al más alto de su historia, superando los 145 dólares por barril, hecho que acompañaba un ciclo ascendente que comenzó el 2006.
 
Esta industria de ciclos impredecibles, vivió durante los siguientes ocho años uno de los períodos de mayor expansión económica y desarrollo tecnológico. Esos factores fueron detonantes para la incursión de los hidrocarburos no convencionales (shale gas, shale oil y offshore) cuyas innovaciones han permitido, aún ahora en precios bajos, continuar produciendo en la mayoría de estos campos.
 
Esta nueva realidad provocó por ejemplo que países como los Estados Unidos pasará de producir 4 a 10 millones de barriles diarios de petróleo, equivalentes al 10% de la oferta mundial, situación que reconfiguró el escenario petrolero mundial afectando el protagonismo de la OPEP.
 
En el ámbito nacional, la última década también mostró hechos importantes que delimitaron el accionar de los sectores de hidrocarburos y energía, bajo el protagonismo del Estado y los proyectos impulsados en gran parte con los ingresos generados por la renta petrolera, la más alta de la historia del país.  En ese marco, fuimos testigos de la construcción de grandes plantas de separación, de procesamiento e industrialización, al mismo tiempo pasamos de producir 40 a 60 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, volvimos a exportar GLP e impulsamos el acceso al gas vehicular y domiciliario, no solo a través de redes sino también con GNL, en cuyos propósitos estuvo presente el aporte del sector empresarial.
 
Pero como lo cíclico es parte del ADN de esta industria, esto movió una vez más el péndulo de los precios y hoy nos toca asumir un nuevo período en la industria energética local y mundial, con un precio en alrededor de 50 dólares y con cotizaciones para nuestro gas que se redujeron en más del 60% en un período de tres años.

En medio de estos vaivenes, el Congreso ha buscado promover un espacio de discusión entre todos los actores, autoridades y empresas, ejecutivos y especialistas, prensa y universidades, buscando soluciones, compartiendo experiencias, conociendo tendencias y por supuesto apoyando en la toma de mejores decisiones.
 
En esta realidad tan dinámica, el futuro que nos depara este sector presenta muchas oportunidades pero al mismo tiempo tareas retadoras, como asegurar la continuidad de los mercados de gas, explorar intensivamente para reponer reservas, encontrar nuevos recursos y promover su desarrollo, mantener la competitividad de nuestro gas natural en la región y, por otro lado, sostener el protagonismo vigoroso del sector energético en la economía nacional.
 
Para eso estamos acá, para ser proactivos con la historia y con el futuro en un mundo en el que la tecnología es cada vez más protagonista de los grandes cambios en el campo de la energía.
 
El Congreso, con miradas diversas y perspectivas contrapuestas pero constructivas, una vez más, es una demostración del compromiso del sector con el futuro del país.